La memoria, el porno de los pobres.
Tomé el último camión que pasaba por la calle Garibaldi. Acabo de llegar a casa.
Me gusta pasear por ahí desde hace varias semanas, salgo de la escuela y voy a hacerme pendejo un rato, pretender que espero el camión y ver cómo suben a los chavos que se paran en las esquinas, no sé que pedo pero se me hace que van a coger; A veces me han ofrecido aventón a mí pero me hago el desentendido y no los pelo; me calienta pero me da miedo, no tengo mucha experiencia en estas mamadas. Hoy fue diferente, llevaba ahí como una hora y pasó un wey caminado, era un poco mayor que yo, dijo que tenía veintiuno, yo diecinueve pero él estaba bastante más alto. Me sacó plática y me cayó bien. A él también le hacían señas los de los carros o le echaban las luces. A él o a mí. Nomás se reía y se ponía las manos en las bolsas del pantalón con los pulgares en ellos y los otros dedos de las manos apuntando a su paquete, eso hacía que los jotos de los carros pasaran más despacio mirándonos de arriba abajo. A él sólo le daba risa.
Después de un rato empezó a oscurecer y pasó la primera patrulla, me invita a la oficina que trabajaba porque me dijo que si volvía a pasar la misma patrulla nos iba a levantar para sacarnos dinero. Yo no quiero pedos con la chota así que le dije que sí lo acompañaba. El tipo es alto, es guapo, no jotea para nada ni me ha sacado el tema. A la mejor ni es joto pero igual me cayó bien para cotorrear. No, yo tampoco soy joto nomás ando viendo qué onda.
Ni él es joto, me dijo cuando le respondí eso; Entramos al edificio de oficinas que ya está casi vacío y a unas cuantas cuadras de la esquina donde nos conocimos. Subimos a la tercera planta mientras me platica que el wey tiene novia pero no le hace el feo a los vatos, dice que sí se ha cogido a uno o dos pero nada más para ver qué se siente. Entramos a un despacho que parece de contadores, hay escritorios y sillas y archiveros, una computadora y un pequeño refrigerador. La cerveza que me ha invitado me afloja la lengua y le confieso que yo no la he metido pero sí he dejado que me la chupen unos amigos. El tipo está sentado frente a mí en un banquito como de dibujante, se le marca muy bien el paquete y casi diría que se le está parando con lo que estamos platicando. A mí también.
Sale un momento y se cerciora que el último despacho ya esté vacío, dice que bajó a avisarle al velador que aquí íbamos a estar un rato porque luego le cierra la puerta principal y él no trae llave y nos quedaríamos encerrados hasta mañana; Ahora se le nota más el bulto, mientras saca otra cerveza y me saca más plática. Se ha dado cuenta que la mía también está alborotada. Acerca una silla y se rozan nuestras rodillas. Le pido que me cuente si se ha subido alguna vez a un carro de los que pasan por ahí y me dice que sí, que esa fue la primera vez que la metió rápido en un estacionamiento del centro. Se me para más porque aparte empieza a menear su pierna contra la mía y eso me cachondea.
La tercera cerveza y ahora me soba el pantalón, le digo que yo no soy joto y que tengo novia, me dice que él también, que de hecho anda con dos viejas pero que es muy caliente y hace una semana que no las ve. Me tira el pedo al chile y me dice que si queremos fajar lo tenemos que hacer en el baño porque aún queda gente en el despacho de arriba y pasarían por el pasillo y se ve para adentro. No sé.
Otra cerveza, otra experiencia de él y más meneadas de piernas me acaban de convencer. Le digo “chingue su madre, vamos pues” y entramos los dos al baño y cierra la puerta después de meter una bolsa de dormir que es así como una colcha pero de plástico por un lado. Me empieza a abrazar y a arrimar su bulto, lo choca como el mío que anda igual, Me soba la espalda, las nalgas, las piernas, me pega su cara al cuello pero luego me reclama y me dice “Órale, wey, mete las manos tú también” y pues le hago caso, le agarro la parte de arriba de la espalda y se ve que está macizo, las bajo despacio hasta agarrarle las nalgotas que están duras y así siento que se me pone el palo. Me empieza a respirar en la oreja, el cuello, no mames, se siente caliente, me pasa la lengua por el cuello y hago la cabeza para atrás, me muerde la barbilla y me enderezo y me planta un beso. Me siento raro, no quiero besos porque eso es de jotos y yo no soy joto, me retiro pero me agarra de los pelos y me pega su cara con la mía. Me mete la lengua en la boca y se me para más la verga, no sé qué me pasa pero me he calentado un chingo. Yo también lo beso de lengua por mucho rato, nos abrazamos fuerte, nos manoseamos los culos hasta que me empieza a quitar la playera y yo a él la camisa, está mamado y más se me endereza la verga. Está bien bueno.
Me dice que si jalo fierro y le digo que sí, se me va la lengua mientras a él también se le va la lengua a mi verga porque ya me desabrocho el pantalón y me la está chupando, no mames tiene la boca más caliente que me la haya mamado, que ni fueran tantas, ahí abajo me pide que le cuente quién me la chupo antes porque dice que eso lo prende un chingo y le empiezo a contar, con los ojos cerrados, que ahí en el gimnasio a donde voy hace dos semanas el dueño me dejó quedarme más tarde porque no llegué a tiempo. Dijo que no había pedo, que iba a entrenar a otro amigo. Ese amigo llego de rato y cerraron la cortina del gimnasio. Los dos empezaron a hacer sus rutinas sin camisa y en unos shorts bien pegados. Ah, casi me vengo de la mamada que me esta dando y se lo digo, me aprieta la base de la verga para que no me venga, se me pasa y yo sigo contando, parece que eso lo prende más.
Uno de los tipos empezó a hacer ejercicios con las mancuernas frente al espejo y el dueño se paró detrás de él, muy cerca para explicarle cómo levantarla, no me di cuenta que me estaban viendo por el espejo mientras yo me calvaba en sus culos apretados y grandotes. El dueño empezó a abrazar al otro y a darle arrimones. Mi verga respondió de volada estirando mis shorts aguado, el amigo por el espejo me hizo una seña y me pidió que me acercara, yo como pendejo me acerqué bien erizo y una vez ahí se volteó y nos bajó los shorts a los dos y empezó a mamar las dos vergas juntas. Uno le dijo al otro “Ya ves, te dije que sí le gustaba el pedo” Yo no dije nada, nomás me dejé chupar igual que ahorita.
Este wey ya se encueró y los dos estamos en pelotas mientras extiende el saco de dormir en el piso del baño, pinches vergas bien duras de los dos, no cabemos muy bien en el piso pero nos vale madre, ahora que él se ha acostado me pide que se la mame, no sé, nunca lo he hecho pero el wey la tiene tan sabrosa, tan cabezona, pelona y no como la mía, que sí me dan ganas de probarla, ya estoy hincado pero no me decido, la agarra de la base y se la menea para arriba y para bajo, se me hace muy chingona y curveada para el ombligo peludo. Chingue su madre y le doy la primer probada, sabe bien, apenas me cabe en la boca y se siente con madre, tal vez un poco saladito pero nada que no pueda aguantar. Me la como toda como desesperado, le había chupado la pepa a mi novia pero no se compara con este pedazote de carne, le paso la lengua, le muerdo poquito los huevotes, me regreso a la punta, me la quiero comer toda y me la meto hasta la garganta, me hace toser pero me aguanto. Dice que lo hago bien, me vale madre, quiero seguir aquí.
Después de un rato dice que el también quiere y se la voy a dar pero me dice que si hacemos un sesenta y nueve y no sé que jodidos es eso. Me enseña y aprendo rápido, El baño es muy pequeño y nos estorba la taza, el no cabe con las piernas extendidas y yo me monto sobre él. Hacemos malabares pero los dos terminamos con una buena verga en la boca, él abajo y yo arriba me pide que me mueva como si me lo estuviera cogiendo y que menee la cabeza al mismo ritmo, al principio me apendejo pero luego le agarro el truco, con madre chupar y que te la chupen.
El wey se emociona y me empieza a sobar las nalgas a dedear, el culo, me duele un poco pero me aguanto como los meros machos, me pide que me jale un poco no sé cómo pero ahora que siento su lengua en el culo ya entendí qué quería, ufff, nunca había sentido eso. Alguien toca a la puerta de la oficina y los dos nos congelamos, no nos movemos y siento que se le afloja un poco el pito en mi boca, se le baja como la mitad, lo busco así empinado y con mi verga metida me hace una seña de que no haga ruido. No nos movemos y esperamos a que pase el segundo toquido. No sabe quién pueda ser pero dejó prendida la luz de la oficina y el radio. Nadie más toca y siento como se le vuelve a poner a cien su trozo en mi boca, yo le sigo pompeando con la cabeza y él me sigue chupando el culo.
Es lo más caliente que hecho en mi corta vida gay y se siente con madre. Pareciera que nos ponemos de acuerdo y al mismo tiempo las dos vergas salen de las bocas y sueltan chingos de leche. Chorros que nos caen en la cara, en el pelo, a un ladito de los ojos. No mames, pinche chorreadero, me recuesto sobre él, y nos abrazamos lo que podemos. Estamos cansado, pegajosos y sudados, me sigue dando besitos en el culo sudado; Uff.
Nos enjuagamos ahí mismo, casi un baño torero: orejas y rabos. Nos vestimos y recoge su cobija toda mequiada. Se nota que tuvimos sexo, por los pelos con peinados raros, la ropa mal acomodada y la sonrisota de los dos cachondos. Nos acompañamos al camión, los dos los tomamos donde mismo. Pasan carros y les gustamos pero no nos subimos. Él se esperó a que yo me suba primero y supongo que después se fue él. O a la mejor se llevo uno de los jotos eso y ahorita está cogiendo otra vez. Bueno, ahora sí está cogiendo porque a mí no me cogió, pero como que se me antoja buscarlo de nuevo y, chingue su madre, que me de unas metiditas. Que puto me oí, pero que a toda madre se ha de sentir.
Tomé el último camión que pasaba por la calle Garibaldi. Acabo de llegar a casa. Me he metido a bañar y no he resistido la tentación de bajarme la verga parada con una buena puñeta. Sí, lo recuerdo todo perfectamente.
23/junio/11

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