Hay veces que te toca coger. Habrá veces que te tocará escuchar. Otras sólo ver. Otras sólo envidiar.
Conejito me ha pedido un favor. Ha conocido a alguien y quiere que le preste mi depa para que ese alguien le dé una buena cogida. Aunque eso de “buena” está por verse.
Le digo que mi recámara no se la puedo prestar porque a esa hora tengo visita, así que si quiere le puedo prestar el cuarto que uso como estudio que no tiene cama pero si una buena alfombra. Acepta a regañadientes ya que no pueden coger mas que a la hora de la comida del tipo que conoció por internet por lo cual deduzco que le lleva sus buenos años. Conejito dieciocho, el pelado dos lustros más. No es envidia, a Conejito lo conocí hace dos años pero si me caga que un pelado que gusta de carne fresca no cuente con lugar para pecar o en su defecto que no tenga los webos o la disposición económica de pagarse un hotel. Puto.
Conejito ha llegado a tiempo con su matachín. Mayor que él, fuera de mi rango, no buen cuerpo, no exactamente feo, pero al conejo caliente no se le mira el diente. Les explico que pueden usar el cuarto de estudio para hacer sus propios estudios pero que lo tendrán que hacer en el piso y que, curiosa y convenientemente, la puerta no tiene cerradura, así que les presto uno de mis calcetones para atorar la puerta. Apenas me escuchan por las hormonas a nivel de sus oídos. Mejor para mí.
La falsa visita no existe, mis travesuras sí. Les doy el tiempo suficiente, que tampoco me parece que necesiten tanto, para realizar los preámbulos y terminar en pelotas. Me arriesgaré a empujar suave e imperceptiblemente el calcetín para supervisar las maniobras de Mister Aprovechado. Sí, se ve piel, la aperlada, firme y hermosa es de Conejito. La bofa, con estrías y con depósitos de grasa varia es de Mister. No veo mucho más y no sé si reclamarlo o agradecerlo. La adrenalina empieza a mojar mis entrañas.
Vamos, no creo que Mr. Bofito tenga el tiempo de vigilar la entrada o el hueco de la cerradura. Me quito la camisa y empujo un poco más la calceta. La vista mejora, alcanzo a ver a Conejito empinado de perrito en la alfombra y le veo las adiposidades a la contraparte tratando de penetrar. Me dan la espalda, bueno, si a eso le puedes llamar espalda, así que el hueco de la cerradura queda completamente libre. El de Conejito completamente ocupado presumo por el pompeo de esa especie de culo que se mueve atrás y adelante.
Salen mis pantalones y mi erección empieza a hacer presión. Rápidamente han cambiado de pose, por lo que alcanzo a ver sin rostros a Conejito lo tiene con las piernas en el aire, sigo viendo a Mr. Rollizo maniobrando para penetrarlo, no tengo la menor idea del tamaño de su herramienta pero si de su técnica: los pies de Conejito se engarruñan y se tensa su espalda, ha sido tosco el hijo de puta, así no le gusta a él. Se detiene un poco y sigo viendo el abdomen firme de mi alumno. Mr. Michellin hace lo que puede, se mueve, gruñe un poco, le pompea cuatro, cinco, doce veces y se desploma sobre mi niño. Para eso me gustabas. Los pies siguen en el aire, sé que espera más. No hay más. Las carnes blandas han quedado desparramadas sobre aquel buen cuerpo. Que desperdicio. Sin hacer ruido he abierto la puerta. Ya estoy completamente desnudo. Conejito me ve, Mr. Pay de Carne sofoca a mi niño. Voy al rescate. La víctima se deshace de su estorbo, me ve con el falo erecto, Estorbo no tiene ni fuerzas para sorprenderse así que sólo se hace a un lado. Conejito simplemente se arrodilla y me la mamá como sólo él sabe hacerlo. Un alumno que superó con creces a su maestro. Lo dejo hacer por buen rato. Vouyur lo disfruta y me deja ver lo poco que disfrutó Conejito. Cositas.
De perrito y voy adentro. Un largo beso negro ayuda relajar, distender, cachondear. Despacio, con mucho lubricante, sin dolor innecesario, gime fuerte y delicioso. Arde su culo caliente. Estoy adentro y lo disfrutamos, alguien se apena, que pena. Empieza a ver su reloj pero a mí, a nosotros, nos vale francamente madre. Busca su carpa de circo y los pantalones bombachos, yo volteo a Conejito y con la pose en que él lo tuvo lo penetro muy despacio y me lo agradece con más gemidos y un levantaegos suave y claro “Así”. Ahora agarro velocidad y el Dr. Simi su camisa. Aprende, padawan.
Conejito se cuelga de mi cuello, se sienta en mi falo, a un ritmo nos ponemos de acuerdo y nos venimos juntos, me baña el abdomen y el pecho y yo le relleno el culo de leche. Uf. Ni me acordaba, de… ¿cómo dijo que se llamaba? No sé. Menos me importa. Pero vuelve a ver el reloj y Conejito capta la indirecta. Se limpia los excesos y se viste lo indispensable. Ambos se marchan y me dan las gracias. A Conejito, al otro no, le digo que cuando quiera.
Más tarde quiso.
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