No, no es el hijo menor de los Supersónicos.
Es el nombre de cariño de un lugar muy frecuentado y bastante socorrido.
El cine Cometa.
Aquel día me dio por visitarlo, simplemente andaba caliente y no sabía que hacer, así que díjeme "vamos al cine" y contesteme "sí, pero al cachondo" y ahí me tienes que me lanzo al recinto aquel.

Si nunca has ido te has de hacer mil ideas o habrás escuchado más fantasías: que te violan en los baños, que va puro naco (como si los nacos no cogieran, y bien rico por cierto), que huele a cloro, que matas ratas y así por el estilo. Pues no. Fantasías.
Ese día entré, caminé por los pasillos auxiliandome de mi celular y en la pantallota estaba un tipo dándole con sus 23 centímetros a una negra gritona; a veces me pregunto si les pagan por decibelios o por decilitros. El caso es que me asomé a los asientos del nivel de abajo y lo de siempre: una cabeza solitaria en el centro de un grupo de fisgones, eso te indica claramente que a alguien le están dando una muy buena mamada. No.
Decidí
ir al segundo nivel, más o menos lo mismo en las butacas, miradas de
arriba abajo mientras subo los escalones, un wey se masturba con todo el
chorizo de fuera, otros tragan camote, y pocos ven la película. Nel.
Sigo
hasta el fondo del cine donde no existe la última linea de butacas así
que te puedes parar ahí y esperar que alguien te la pare. Se está
armando un trío cachondo. Aquí va a haber cogida, pero no se me antoja
entrarle al tejemaneje. Tampoco. Traigo weba así que elijo irme a sentar
a las butacas de adelante y hacer lo que hace la gente común en el
cine: ver la película.
Me
siento, recargo mi cabeza en el borde del respaldo y estiro mis piernas
para quedar semi acostado. Me empiezo a sobar el bulto. Seeeee, se me
ve bien. Primer espectador: un ruco medio de lana en la fila de atrás.
Bien. El siguiente un tipo con una barriga mas grande que la de una
embarazada de triates. Me vale, se sentó en la fila de adelante y le va a
dar tortícolis. Les doy espectáculo, desabrocho mi pantalón y les
muestro mis casi veinte centímetros coronados por una linda cabeza
descubierta. Wooo, hasta a mí se me antoja. Me masturbo lento desde la
base hasta la punta que brilla con la luz de la pantalla reflejada en mi
precum. El público se inquieta.
Llega
un ganón y se sienta justo a mi lado. No me llama la atención, está
suepr proteinizado pero tiene una cara de Maribel Guardia que me la
baja. Me toca la pierna y con delicadeza, por mí le soltaba un madrazo,
le retiro la mano. Capta y se va en busca de la siguiente víctima. Mi
erección regresa y de reojo veo dos espectadores más en la fila de
atrás. Uno de ellos se anima y camina hacia la fila donde me encuentro,
es más tímido, será por la edad, parece tener apenas los años para que
le permitan entrar, trae un diskman y sus correspondientes audífonos, se
sienta a dos butacas a mi derecha. La paro más y se la muestro. No le
quita los ojos de encima y mi pequeña herramienta se hincha orgullosa,
la tomo por la base y se la doy a desear. Se remueve en su asiento y
empieza a sobarse. Con mi erección le hago señas de que se acerque.
Entiende.
Ahora
lo tengo a mi lado, es lindo, pelo lacio, cara de niño, pantalón de
vestir con algo claramente erecto en su interior, se relame los labios
sin hacer más movimientos. Me toca la siguiente jugada, supongo.
Bien, lentamente deslizo mi mano derecha a su rodilla. No hace pedo, genial, esa es una excelente señal. Subo por el muslo, se estremece pero no se quita. Está nervioso pero más caliente. Toco la carpa, la tiene rica sin ser enorme, una manchita me indica que está en su punto. Lo escucho tragar saliva, me encantaría que se tragara otra cosa. Busco el botón del pantalón y una deliciosa voz de efebo me dice: "déjame te ayudo" mientras se desabrocha el cinturón y se baja el ziper. Sorpresa: no trae ropa interior. Todo su tesoro queda a mi merced en un instante. Es un pene hermoso y delicado, incircunciso, con la cabecita rosadita como de niñito virgen, pelitos lacios y sólo en el nacimiento de su pubis, los testículos flácidos y con poco vello. Caliente y dura. Lo masturbo un poco y suspira. Este ya es mío.
Con
timidez recorre su mano para agarrármela a mí. Lo dejo sin soltar su
miembro, al contacto siento que se endurece más. Empieza a subir y bajar
su mano, no le quita la mirada de encima; sospecho que es la primera
vez que tiene para sí una verga que no le pertence. No importa, yo se la
presto. Disfruta de tocarla, la aprieta, la recorre, sube, baja, toca
la punta, la forma de mi glande, recorre las venas y la base como si
quisera aprenderse su forma de memoria. Se lo suelto y dirijo mi mano a
su nuca, le acaricio su lacio cabello que le cubre la parte posterior
del cuello, sigue masturbándome, más rápido ahora, lo empujo levemente
hacia abajo, cede un poco pero reacciona y desiste. No lo presiono.
Pero
como estas erecciones no se deben desaprovechar hago mi trabajo. Me
inclino hacia él y le toca gozar. Un suspirito me habla de su novatez,
su endurecido falo de la calentura y su precum de lo cerca que puede
estar el orgasmo. Lento.
Un sabor espléndido recorre mi boca mientras mi palma hace lo propio con un abdomen plano y lampiño. Le subo la playera y él se deja; me empieza a estorbar el pantalón. Lo jalo lento pero firme hacia abajo, mi meta son sus rodillas, una vez que las pase él podrá abrir libremente sus piernas, bajo mientras le succiono el miembro, sus testículos en mi otra mano, mi lengua en la punta. Suspira, casi gime, creo que estamos dando un buen espectáculo, las localidades casi se agotan, el niño no.
Lo
logré, sus rodillas se separan y mi lengua se clava entre sus bolas,
las recorro con lujuria y esa accioón tiene su efecto, se ha levantado
la playera pasándosela por sobre la cabeza, !puta madre! tengo a este
niño casi desnudo, su torso plano y tibio completamente descubierto, sus
genitales en mi boca, mis manos acariciando sus muslos claros, sus
rodillas sepradas, su pantalón en los tobillos. Buceo entre sus
testiculos y el ano, remuevo vellitos, arrebato gemidos, está en el
cielo y yo ni se diga. Levanta la cadera y expone su tesoro, está a mil.
Aferra su diskman.
Finalmente
clavo mi lengua en su culo y la explosión no se hace esperar. El semen
vuela sobre él y casi le saca un ojo al mirón de atrás. Seis, siete,
nueve espasmos firman su orgasmo. Su torso bañado, yo feliz.
La
culpa inmediata o la vuelta a la realidad le sobresaltan, se sube los
pantalones, de uno de sus bolsillos saca unas servilletas del kentoky,
se limpia el desastre y se acomda la playera. Recoge su diskman, me da
un apretón de verga, es su despedida, se coloca los audífonos y se
marcha.
Yo hago lo propio, no me quiero venir, en ralidad la experiencia fue placentera e inolvidable. Voy al baño, no me violan ni violo a nadie, me lavo las manos, la cara para ver si se me quita la sonrisota de felicidad, alguien coje en un cubículo, dos me miran al salir. Lo decido, voy a casa.
Ya afuera montado en mi coche apenas arranco lento y veo pasar a un chavo, delgado, atractivo, pero muy joven. Sonrío. Me regresa la sonrisa. ¿Me regresaré por él?
Me espera en la esquina volteando hacia el carro, lo veo por el retrovisor. Total, ¿qué puedo perder?
Pero eso... es otra historia.
Es el nombre de cariño de un lugar muy frecuentado y bastante socorrido.
El cine Cometa.
Aquel día me dio por visitarlo, simplemente andaba caliente y no sabía que hacer, así que díjeme "vamos al cine" y contesteme "sí, pero al cachondo" y ahí me tienes que me lanzo al recinto aquel.

Si nunca has ido te has de hacer mil ideas o habrás escuchado más fantasías: que te violan en los baños, que va puro naco (como si los nacos no cogieran, y bien rico por cierto), que huele a cloro, que matas ratas y así por el estilo. Pues no. Fantasías.
Ese día entré, caminé por los pasillos auxiliandome de mi celular y en la pantallota estaba un tipo dándole con sus 23 centímetros a una negra gritona; a veces me pregunto si les pagan por decibelios o por decilitros. El caso es que me asomé a los asientos del nivel de abajo y lo de siempre: una cabeza solitaria en el centro de un grupo de fisgones, eso te indica claramente que a alguien le están dando una muy buena mamada. No.
Decidí
ir al segundo nivel, más o menos lo mismo en las butacas, miradas de
arriba abajo mientras subo los escalones, un wey se masturba con todo el
chorizo de fuera, otros tragan camote, y pocos ven la película. Nel.
Sigo
hasta el fondo del cine donde no existe la última linea de butacas así
que te puedes parar ahí y esperar que alguien te la pare. Se está
armando un trío cachondo. Aquí va a haber cogida, pero no se me antoja
entrarle al tejemaneje. Tampoco. Traigo weba así que elijo irme a sentar
a las butacas de adelante y hacer lo que hace la gente común en el
cine: ver la película.
Me
siento, recargo mi cabeza en el borde del respaldo y estiro mis piernas
para quedar semi acostado. Me empiezo a sobar el bulto. Seeeee, se me
ve bien. Primer espectador: un ruco medio de lana en la fila de atrás.
Bien. El siguiente un tipo con una barriga mas grande que la de una
embarazada de triates. Me vale, se sentó en la fila de adelante y le va a
dar tortícolis. Les doy espectáculo, desabrocho mi pantalón y les
muestro mis casi veinte centímetros coronados por una linda cabeza
descubierta. Wooo, hasta a mí se me antoja. Me masturbo lento desde la
base hasta la punta que brilla con la luz de la pantalla reflejada en mi
precum. El público se inquieta.
Llega
un ganón y se sienta justo a mi lado. No me llama la atención, está
suepr proteinizado pero tiene una cara de Maribel Guardia que me la
baja. Me toca la pierna y con delicadeza, por mí le soltaba un madrazo,
le retiro la mano. Capta y se va en busca de la siguiente víctima. Mi
erección regresa y de reojo veo dos espectadores más en la fila de
atrás. Uno de ellos se anima y camina hacia la fila donde me encuentro,
es más tímido, será por la edad, parece tener apenas los años para que
le permitan entrar, trae un diskman y sus correspondientes audífonos, se
sienta a dos butacas a mi derecha. La paro más y se la muestro. No le
quita los ojos de encima y mi pequeña herramienta se hincha orgullosa,
la tomo por la base y se la doy a desear. Se remueve en su asiento y
empieza a sobarse. Con mi erección le hago señas de que se acerque.
Entiende.
Ahora
lo tengo a mi lado, es lindo, pelo lacio, cara de niño, pantalón de
vestir con algo claramente erecto en su interior, se relame los labios
sin hacer más movimientos. Me toca la siguiente jugada, supongo.Bien, lentamente deslizo mi mano derecha a su rodilla. No hace pedo, genial, esa es una excelente señal. Subo por el muslo, se estremece pero no se quita. Está nervioso pero más caliente. Toco la carpa, la tiene rica sin ser enorme, una manchita me indica que está en su punto. Lo escucho tragar saliva, me encantaría que se tragara otra cosa. Busco el botón del pantalón y una deliciosa voz de efebo me dice: "déjame te ayudo" mientras se desabrocha el cinturón y se baja el ziper. Sorpresa: no trae ropa interior. Todo su tesoro queda a mi merced en un instante. Es un pene hermoso y delicado, incircunciso, con la cabecita rosadita como de niñito virgen, pelitos lacios y sólo en el nacimiento de su pubis, los testículos flácidos y con poco vello. Caliente y dura. Lo masturbo un poco y suspira. Este ya es mío.
Con
timidez recorre su mano para agarrármela a mí. Lo dejo sin soltar su
miembro, al contacto siento que se endurece más. Empieza a subir y bajar
su mano, no le quita la mirada de encima; sospecho que es la primera
vez que tiene para sí una verga que no le pertence. No importa, yo se la
presto. Disfruta de tocarla, la aprieta, la recorre, sube, baja, toca
la punta, la forma de mi glande, recorre las venas y la base como si
quisera aprenderse su forma de memoria. Se lo suelto y dirijo mi mano a
su nuca, le acaricio su lacio cabello que le cubre la parte posterior
del cuello, sigue masturbándome, más rápido ahora, lo empujo levemente
hacia abajo, cede un poco pero reacciona y desiste. No lo presiono.
Pero
como estas erecciones no se deben desaprovechar hago mi trabajo. Me
inclino hacia él y le toca gozar. Un suspirito me habla de su novatez,
su endurecido falo de la calentura y su precum de lo cerca que puede
estar el orgasmo. Lento.Un sabor espléndido recorre mi boca mientras mi palma hace lo propio con un abdomen plano y lampiño. Le subo la playera y él se deja; me empieza a estorbar el pantalón. Lo jalo lento pero firme hacia abajo, mi meta son sus rodillas, una vez que las pase él podrá abrir libremente sus piernas, bajo mientras le succiono el miembro, sus testículos en mi otra mano, mi lengua en la punta. Suspira, casi gime, creo que estamos dando un buen espectáculo, las localidades casi se agotan, el niño no.
Lo
logré, sus rodillas se separan y mi lengua se clava entre sus bolas,
las recorro con lujuria y esa accioón tiene su efecto, se ha levantado
la playera pasándosela por sobre la cabeza, !puta madre! tengo a este
niño casi desnudo, su torso plano y tibio completamente descubierto, sus
genitales en mi boca, mis manos acariciando sus muslos claros, sus
rodillas sepradas, su pantalón en los tobillos. Buceo entre sus
testiculos y el ano, remuevo vellitos, arrebato gemidos, está en el
cielo y yo ni se diga. Levanta la cadera y expone su tesoro, está a mil.
Aferra su diskman.
Finalmente
clavo mi lengua en su culo y la explosión no se hace esperar. El semen
vuela sobre él y casi le saca un ojo al mirón de atrás. Seis, siete,
nueve espasmos firman su orgasmo. Su torso bañado, yo feliz.
La
culpa inmediata o la vuelta a la realidad le sobresaltan, se sube los
pantalones, de uno de sus bolsillos saca unas servilletas del kentoky,
se limpia el desastre y se acomda la playera. Recoge su diskman, me da
un apretón de verga, es su despedida, se coloca los audífonos y se
marcha.Yo hago lo propio, no me quiero venir, en ralidad la experiencia fue placentera e inolvidable. Voy al baño, no me violan ni violo a nadie, me lavo las manos, la cara para ver si se me quita la sonrisota de felicidad, alguien coje en un cubículo, dos me miran al salir. Lo decido, voy a casa.
Ya afuera montado en mi coche apenas arranco lento y veo pasar a un chavo, delgado, atractivo, pero muy joven. Sonrío. Me regresa la sonrisa. ¿Me regresaré por él?
Me espera en la esquina volteando hacia el carro, lo veo por el retrovisor. Total, ¿qué puedo perder?
Pero eso... es otra historia.
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