Elección


La vida está llena de elecciones. Sobre todo en la adolescencia. Sobre todo si eres asiático.

Hay tríos espontáneos, planeados, perversos, malos, perfectos y algunos como eso que llaman la santísima trinidad: caídos del cielo.

El viaje es largo: desde el final del poniente de la ciudad hasta donde empieza el oriente de la misma. La promesa de re-probar un culito apretado que estrené con un riesgoso mañanero, digo, llegar a las siete de la mañana, con sus hermanos dormidos y ahogado quejidos con su cabeza en la almohada no es precisamente muy cómodo. Pero sí bastante perverso. Y lo perverso por su propia naturaleza es excitante.

Bueno, hoy es vespertino, sábado pero de la misma manera debo ir por él: Amiguito. Para ahorrar tiempo, razono. Mientras viajo recuerdo aquel palito, sonrío y me erecto. Mando mensaje para avisarle que estoy en el punto acordado. Diez minutos después se me aparece en la ventanilla del copiloto, sonríe y desparpajadamente aborda la nave que lo llevará al cielo.

-- Oye, invité un amigo, ¿no hay problema? –pregunta con cara de inocencia.

-- ¿Quién es?, Amiguito.

-- Mira, ahí está, justo en la esquina.

Y sí, me hace saber que lo contactó por chat, ya tenían mucho tiempo queriendo coger pero no coincidían sus horarios así que se atrevió a invitarlo sin consultarme antes. Creo que me tiene en un concepto bastante pirujo porque nunca consideró la posibilidad de que le dijera que no. Acertó.

El invitado se monta en el asiento trasero, lo observo por el retrovisor, tiene los ojos rasgados, casi no habla, le pregunto que si ya ha tenido sexo, dice que a sus diecinueve años lo más lejos que ha llegado es con un vecino a darle una mamada. ¿Y de eso a un trío? Me pregunto; genial, me respondo; los niños digitales avanzan a cogidas agigantadas.

El largo camino y su acento me dejan saber de su ascendencia asiática, próxima fantasía mía en vías de cumplirse; que estudia prepa porque va retrasado en sus estudios; que sólo ha mamado porque va retrasado en sus experiencias; que cree que es pasivo y que anda bien caliente. Su pantalón deportivo no miente y lo confirma. Amiguito está tranquilo, nada de celos, creo que también es su primer trío y le excita la idea. Toco. Sí, le excita la idea.

Hacer un trío tiene algo de arte, para que salga bien necesitas entender que la acción de cada uno debe dar placer a dos, no sólo al que te gusta más. Si eres muy culero el tercero en discordia podría preguntar “oigan, ¿y en los tríos siempre a alguien le toca esperar en el baño?”. No, no soy culero, aprecio los tríos y casi siempre funcionan solos. Aquí la duda es con dos novatos en mi cama. Vénganos tu trío.

Me recuesto en mi cama totalmente vestido y los invito a hacer lo propio. Hace un poco de frío, es otoño casi invierno, así que Amiguito se recuesta en el centro del tálamo, Chinito a su lado. Me queda muy lejos. Ellos empiezan la acción con besos tiernos. Los dejo que suban la temperatura, sólo observo, el pants como carpa de circo, la mezclilla aprisionando ese monstruito que ya conozco, bastante bien proporcionado para sus veinte años. Amiguito me queda cerca y le arrimo lo que ya conoce, le levanto la playera, acaricio ese abdomen plano y lampiño. Siguen con sus besitos de primaria. Vean, aflojen, sientan y aprendan.

He decidido ser la tapa del sándwich pero he elegido dejar la carne fresca, la que no he probado, en medio. Me coloco al lado contrario de la cama y quien goza ahora el arrimón es Chinito. Suspira al sentir el rigor. Meto mano bajo la playera y me sorprenden sus abductores marcados. Sorpresa inesperada. La ropa empieza a volar y en menos de lo que lo escribo tres renglones tres cuerpos desnudos siguen un plácido faje. Va lento pero bien.

Chinito se inclina sobre Amiguito y hace lo que sabe: un oral. Lo envido, Amiguito se carga un muy buen falo. Está prendido como cachorrito. Unos cuantos arrimones más y yo estoy listo para la acción pero no presiono más que mi falo entre sus nalgas. Besos a Amiguito, caricias a Chinito, el trío marcha. Con la mirada cuestiono al wawisufructuario que si se lo quiere coger. Niega con la cabeza y con lo mismo me indica que me deja el camino libre. Bueno, ¿a quién le dan culo que llore? Lo sé, a ti, pasivota.

Supongo que si el cachorrito está entretenido con su mamila yo le entretendré el culo con mi lengua. Esa tensión en los muslos me hace saber que es sensación nueva. Gime lo que el trozo en su boca lo deja y eso me pone a mil. Hago uso de mi maestría y surte efecto, abre las piernas, separa las nalgas, mama más fuerte. De cuando en cuando cuestiono a Amiguito para ver si coopera más pero se decide por pegarle al mayate: cruza los brazos sobre su nuca y se deja mamar. Le ayudo a Chinito para probar otra cosa que culo.

Un rato después y le doy a mamar al mamado, Amiguito se prende de mi verga como aquella primera vez que me lo cogí en su minicama. Sabe lo que hace, tomo de los cabellos a Chinito y hago que deje su caramelo y pruebe uno más grande. Tener dos lenguas en tus genitales es una experiencia que te recomiendo pruebes alguna vez. La sensación de dominio va por partida doble, el calor repartido entre tu glande y los huevos, entre un lado y otro de tu tronco, esa esgrima de pedacitos de carne húmeda justo en la punta del falo. No mames, hazlo.

Después de un rato Chinito vuelve a la posición original pero ha levantado un poco más el culo, está de perrito vulnerable. Ha hecho su elección, quiere que yo me lo coja. Nuevamente invito a Amiguito a hacerle los honores y se niega. Creo que seré el suertudo. Conste, yo le convidé. Unas cuantas lengüeteadas para dejar la saliva suficiente y dilatar lo justo. Me pongo en posición y Amiguito nos come con la mirada, creo que sí le excita mirar cómo me cojo a alguien. Voy.

Chinito es virgen pero ansioso, eso me facilita la entrada, lenta, firme, al fondo. Me recibe sin dejar de mamar, se acomoda para sentirme mejor, lo tomo de las caderas, no me muevo, le dejo gozar de mi erección antes de comenzar el bamboleo. Amiguito lo toma de la nuca y le clava su verga hasta la garganta, con un pulgar levantado me da a entender que el acto está hecho y que su palo está al cien. No mames, se requiere de una firmeza de erección para poder horadar cualquier cavidad corporal, eso estaba hecho, pero el calor de aquel culo, la inmovilidad de ambos, el resbalar de mi saliva por mis huevos, todo eso me permite sentir lo firme de mi carne, la tibieza de lo que lo rodea y toda mi longitud abrazada, y abrasada, por carne virgen. Palpita y un suspirito me hace saber que me siente. Insisto, no mames, el cielo es tener la verga como la tengo en este momento o como la tienes tú al llegar a esta línea del relato. ¿No?

El vaivén comienza lento y Chinito acompasa el movimiento de su cabeza sobre aquel palo ardiente al ritmo que le imprimo a su desquintada. Suave, clavándolo hasta el fondo, deslizándolo lento hacia afuera justo al borde y de nuevo hasta tocar su próstata. La siento. La mirada de Amiguito se clava en mis ojos, me recorre desnudo, lo sé, ve cómo me muevo. Nuevamente le inquiero si gusta cambiar de puesto. Niega con sus pupilas en mis ojos y me hace saber, o así lo interpreto, que él siente al verme clavar como si él también se estuviera follando al huerco pasivo.

La cogida aumenta de ritmo, Chinto no para de mamar, pero tampoco de recibirme. Arrecio y repentinamente mi falo está al aire, se ha salido apuntando al cielo, me encanta cómo se ve: gruesa, palpitante, cabezona pidiendo acción, las venas dibujadas, hasta a mí se me antoja; la firmeza de mi acero inolvidable no requiere que la tome para volver a encontrar el camino, el movimiento de mi caderas, aunadas a la cooperación de Chinto, me dejan colocar la punta en el culito que empieza a cerrase, no lo dejo, un empujón firme me clava en sus entrañas y el rito sigue.

Amiguito está levantando las caderas y yo casi, casi, violando al pasivo. Lo monto violentamente, lo abrazo, le respiro en la nuca, me convida del falo que mama, estamos a punto de reventar y siento uno, dos, varios apretones en la base de mi verga, Chinito ha terminado bañando las piernas de Amiguito. La leche de este empieza a volar, los inesperados primeros disparos terminan en el respaldo de mi cama y en su cara, los siguientes los atrapa aquella boca hambrienta. Dos de tres. Sigo. Mis últimos estoques inspirados por aquellas venidotas me hacen inundar esa cavidad de chorros imparables de leche, a cada arremetida una nueva entrega, los últimos empellones sacan el exceso de semen que ya escurre entre sus nalgas y mis huevos exprimidos.

Me he dejado caer sobre los dos, nos fundimos en carnes húmedas y exhaustas, un abrazo cachondo y yo sin sacarle la verga, sonrisas, pellizcos, agarradas de nalga, probaditas de semen. Eso es un trío y no mamadas. Aunque las incluya. Aborrezco la publicidad pero hoy coincido: Haz sándwich.

El camino de regreso bordeado de sonrisas cansadas. Chinito vive en el fin del mundo, ignoro si lo volveré a ver. Me encantaría. A Amiguito lo dejo después, le agradezco la idea y me confiesa que siempre alucinaba con verme coger a alguien. Esa empieza a ser fantasía recurrente entre varios de mis cogidos. Y de mis lectores.

Ya veremos.

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