“Y beben y beben y vuelven a beber.”
Jotillos pedos en una posada.
Jotillos pedos en una posada.
Veintitres de diciembre me sorprende buscando
regalos. Sé lo que busco pero no creo que lo vaya encontrar, un mundo de gente
apurada tirando a lo pendejo su dinero llenan las calles del centro de
Monterrey. Los pastores a Belén corren presurosos, llevan
de tanto correr los zapatos rotos. Pendejos. Sé dónde buscar: En Matamoros. Las horas álgidas han pasado y las calles
se empiezan a vaciar. Doy una cuantas vueltas caminando mientras busco en los aparadores.
En una esquina un tipo alto tirándole a flaco se agarra el paquete diciéndome que
está listo para llevar o para coger aquí. No, por desesperado.
Una nueva
vuelta me lleva hacia Cuahutémoc, a media calle el autorregalo me ve acercarme,
supongo que le inspira precaución mi unochentaycuatro con una sudadera con
gorra que me hace parecer jedi o malandro. Se cruza precavidamente a la acera
de enfrente. Me cercioro de que no vengan patrullas con luces navideña y yo
también me cruzo. Qué onda, qué haces. Nada, aquí de rol, y tú. También, qué
dices si nos vamos de rol a mi casa. En dónde está tu casa. Por la plaza de
toros, cerca. Y qué vamos a hacer. Camínale y te platico. Sí sabes que onda
aquí. Más de lo que te imaginas. Y sí sabes que se cobra. Lo sé, y cuánto
cobras. Pues la mayoría cobra quinientos. Y tú eres como la mayoría. Cómo. Que
si tú también cobras quinientos. Sí. Qué incluyen los quinientos. Oral,
penetración en varias poses y así. Y así. Sí, en qué andas. En carro pero lo
dejo acá por si las moscas o los chotas, odio los cuatros. Mira que listo. Y
que incluye si el precio es trescientos. Mmmmh, lo mismo. Acepto y sonrío.
Algo así como eso es una transacción en cualquier carnicería, aprende.
Algo así como eso es una transacción en cualquier carnicería, aprende.
Mi
intención no era comprar carne, en realidad iba a buscarle un regalito a un
amiguín al que llevé a conocer el circo un día antes, mi amiguín es pasivo y
quiere probar de activo así que fuimos a ver la carne mientras nos preparabamos
para un frustrado trío que ya te contaré en otro relato. Le gustó un chichifito
de lentes pero hoy no lo encontré, le preguntaré a Autorregalo a ver si lo
conoce y, oh sorpresa, él estaba con el chichifín de lentes la noche de ayer. Nos
vió pasar. ¿Y por qué se sordearon? Le cuestiono. Porque pensamos que eran papá
e hijo. Ja, me hace reír a carcajadas y le presumo lo incestuoso que fui ayer.
Sí, se excita en el auto.
Hemos llegado a la guarida del grinch, pido que abra mi regalo y entiende a la perfección. Fuera chamarra, sweter, camisa, camiseta, hace frío y sus pezones lo delatan, fuera pantalón y me encantan sus sexys trusas apretaditas. Me pide que apague la luz y accedo una vez que a simple vista no se carga ninguna ETS escandalosa. Del resto no respondo, vivan los deportes extremos. La TV nos acompañará.
Hemos llegado a la guarida del grinch, pido que abra mi regalo y entiende a la perfección. Fuera chamarra, sweter, camisa, camiseta, hace frío y sus pezones lo delatan, fuera pantalón y me encantan sus sexys trusas apretaditas. Me pide que apague la luz y accedo una vez que a simple vista no se carga ninguna ETS escandalosa. Del resto no respondo, vivan los deportes extremos. La TV nos acompañará.
Me desnudo
y, contrario a mi cachonda costumbre, lo dejo hacer, que desquite sus
emolumentos. Empieza con lo que le queda al alcance de su boca: mis pezones.
Bien, lo hace bien, mientras lame y mordizquea el izquierdo acaricia con su
mano el derecho dibujando mi pectoral. Lo dejo trabajar pero le doy leves
instrucciones, empujo uno de sus hombros lentamente hacia abajo pero sin
dejarlo que se baje totalmente, lo hago que recorra el caminito de vellos
de mi abdomen, lento hasta llegar a mi caramelo. Le gusta, y se prende. Bien,
muy bien.
Lo jalo de los cabellos y hago que me bese el cuello mientras le agarro las nalgas, ay, las tienes frías, protesta a lo que respondo: me vale madre, te aguantas, yo pago. La piel de gallina en sus nalguitas me confirman del frío pero no protesta más. Me tiro en la cama con un almohadón de respaldo y mi falo apuntando al techo. Préndete, putito. Sí, cuando pago me da por ser cabrón. Más. Se prende. Creo que no se esperaba tamaña delicia y lo hace con maestría. Fuerte, tal vez con la intención de que me venga rápido y poder decir “easy money”. No, mi niño, el del control es el mismo tipo que el de la lana: Yo. Da unas cuantas violentas chupadas y se detiene sólo para agarrar aire, varias veces hasta que se convence de que, o soy anorgásmico o que no lo hace tan rico como pensaba para hacerme venir pronto. No, shiquito, lo haces muy rico pero me controlo mejor. Hago que baje el ritmo y chupe lento, que lo saboree lo mismo que yo, lo jalo de los cabellos, eso se llama dominio, y lo guío a mis esferitas navideñas, lo hace con ternura y busca mi mirada, en castigo a su atrevimiento lo agarro a vergazos en la cara. No, con los puños no si sabes lo que quiero decir. Mamadas y más megamamadas, si fuera otro con eso me habria dado por satisfecho pero debes sacarle hasta el último chisguete de semen a tu dinero. Ven.
Lo jalo de los cabellos y hago que me bese el cuello mientras le agarro las nalgas, ay, las tienes frías, protesta a lo que respondo: me vale madre, te aguantas, yo pago. La piel de gallina en sus nalguitas me confirman del frío pero no protesta más. Me tiro en la cama con un almohadón de respaldo y mi falo apuntando al techo. Préndete, putito. Sí, cuando pago me da por ser cabrón. Más. Se prende. Creo que no se esperaba tamaña delicia y lo hace con maestría. Fuerte, tal vez con la intención de que me venga rápido y poder decir “easy money”. No, mi niño, el del control es el mismo tipo que el de la lana: Yo. Da unas cuantas violentas chupadas y se detiene sólo para agarrar aire, varias veces hasta que se convence de que, o soy anorgásmico o que no lo hace tan rico como pensaba para hacerme venir pronto. No, shiquito, lo haces muy rico pero me controlo mejor. Hago que baje el ritmo y chupe lento, que lo saboree lo mismo que yo, lo jalo de los cabellos, eso se llama dominio, y lo guío a mis esferitas navideñas, lo hace con ternura y busca mi mirada, en castigo a su atrevimiento lo agarro a vergazos en la cara. No, con los puños no si sabes lo que quiero decir. Mamadas y más megamamadas, si fuera otro con eso me habria dado por satisfecho pero debes sacarle hasta el último chisguete de semen a tu dinero. Ven.
Saco de mi cajón condón y lubricante.
Ábrelo, ordeno con huevos, y obedece con ansias. De perrito le digo mientras me
visto para la ocasión. Esa postal navideña debe terminar en algun relato de
Dickens me digo mientras admiro su trasero bien formado, lampiño y a mi total
disposición. No puedo dejar de pasar las oportunidad de posar mi lengua en esas
esferitas de carne y recorrerla hasta la estrella de Belén. Ah, un tierno
gemido me dice que la noche buena se acerca. Pero calro, no estás aquí para que
yo te de placer, mocoso, estás para que yo me de placer con tu culo. Nuevos
vergazos en las nalgas, roces entre sus carnes, cancos bien acomodados pero sin
dejársela ir hasta que... ¡Ah! Y campana sobre campana, sólo los badajos
quedaron afuera. Delicioso entrar en una cueva tan tibia como ajustada sin
permiso, sin ternura, sin pedir posada. Embisto con singular alegría y más me
prenden sus quejidos. Dale, dale, dale, no pierdas el tino. Lo tomo de su
delicada cintura y me deleito viendo como se pierde mi carne en sus entrañas,
salgo lo más que puedo y me dejo caer hasta el cómodo fondo de su ser. Bien.
Como el
contrato verbal lo especificó, incluye varias posiciones, le digo que me saldré
despacio, para que veas que no soy tan culero, y despacio hago pasar en reversa
mi glande por su esfinter, creo que lo siente más en esa dirección que en la
contraria. Y como buena noche de sorpresas el condón viene con regalo. Estaría
en todo mi derecho de hacer un pancho porque me caguen el palo, literalmente, y
más si estoy pagando, pero lo usaré para jugar a mi favor. Se lo hago saber y
se apena, me desvito y le ordeno que me pase otro condón, le digo que no hay
pedo aunque si otras cosas escatológicas, (alguna vez un amigo me contó que
conoció un activo para el cual ese hecho era su fetiche, buscaba la manera de
lograrlo si no no se venía, curiosidades de la sexualidad humana, qué quieres;
pobres pasivos experimentados), ahora le pido que eleve sus talones al cielo
mientras le clavo el almohadón en las caderas para poder clavarle otras cosas
en otras partes. El palo de la piñata está al cien y busca su colación, la
acaricio con la punta sólo para mostrarle el camino y dejarme caer. Duro con el niño del tambor, Rompo pom, pom, rompo pom, pom... Supongo que los gemidos no iban incluidos en
el precio, han de ser cortesía de la casa, su mirada, sus manos en mis
dibujados pectorales, todo me hace pensar que cojemos por amor, por amor a la
cojedera, claro. Qué te pensabas, ñoño. La carita pasa del placer a la
incomodidad, lo detecto. Qué pasa. Salte. Soy culero o no soy culero, he ahí la
cuestión diría Hamlet enculado. Okey, va, despacio. Me explica que lo que pasó
con el condón anterior lo hace sentir incómodo y que va a hacer lo conducente.
Lo espero mientras me cambió de traje navideño y espero erecto viendo en la
tele a mi Pobre Angelito.
Unos
instantes depués regresa y me dice, ya
listo y sin más se pone exactamente en la misma posición dónde interrumpimos el
coito patitas al aire incluidas. Haciéndome pendejo pregunto ¿en qué nos
quedamos? E indica su estrellita de Belén con una sonrisa entre traviesa y cachonda. Voy. El acto sube de tono, de
frecuencia y de temperatura, sus chamorros en mis oídos, mi verga en su culo,
mis pupilas en las suyas, sus manos una en mi pectoral, otra en mi nalga
empujándome más adentro. Los villancicos podrían llamar la atención de los
vecinos así que le subo a la tele. Dale, dale, dale. El frió se ha olvidado y
el calor humano se ha instalado en mi cama. Reduzco el ritmo y me pregunta que
si ya me vine. Ja, claro que no. Ah, bueno, dale. Ja, claro que sí. Y seguimos
con las posadas que nos sabemos.
Checo la
hora y se acercan los sesenta minutos reglamentarios, por supuesto que yo no voy
a decir nada, si él se acuerda qué él diga. Culero. Cambio de pose, ya para
venirme le digo. Okey, dice despeinado, excitado y dilatado. De perrito
nuevamente. Va. Arre, borriquito, arre, burro, arre. Me siento como payaso de
rodeo aumentando la velocidad al final de la canción todo para llenar la botita
de la chimenea. Ufffffff. Me he venido pero supongo que él no lo sabe porque no
se me baja y aparte lo sigo penetrando a un ritmo más lento pero sin dejar de
hacerlo. Lo empujo para subirme a la cama y quedar hincado tras él. Sigo
empujando erecto. Lo hago que se tienda sin salirme, me toma una mano y me la
aprieta al mismo ritmo que estrecha su esfinter a cada empujoncito y siente
todo mi peso sobre su espalda. Genial soplar nucas. Después de un rato decido
girarlo y ponerlo de ladito, abrazo de tamal, seguimos unidos, sigo erecto,
sigue caliente, el tiempo sigue perdido, lo siento Proust, sigue empujando su
trasero contra mi vientre, sus brazos buscan mi cabello, mi lengua su cuello,
mis manos su pubis y todo se convierte en un encuentro de las mil una poses,
besitos tiernos incluidos. Un segundo orgasmo me hace rellenar el condón cual
churro de la basílica. Más leche y mi respiración se relaja lo mismo que su
esfínter y nos quedamos así por unas cuantas travesuras más de Macaulay Culkin.
Le digo que
sacaré mi semierecto falo y lo hago con delicadeza, no, no soy tan culero
después de todo. El condón vuela al piso y él a mis brazos. Sigue embelezado
con mi pecho y yo con su cabello. Las manos buscan piel y no batallan en
encontrarla, las dermis se recrean en las palmas, y su boca busca la mía, esos
besos fuera de contrato son bien recibidos, tiernos al principio, mordaces
después, besos, muchos besos, manos, muchas manos. Busca mi pene semierecto y
todo el asunto termina por ponerlo duro.
Correspondo y su pene corresponde. Nos masturbamos en medio de sábanas y besos destendidos,
mi pecho, su abdomen, sus nalgas, mis muslos. Me recuesta bocarriba y me obsequia
una mamada maestra, mis muslos lo abrazan y lo atraen, hago que repegue su
erección contra mis culo, le digo que no sueñe con penetrarme, no llegará más
lejos de lo que lo he dejado llegar, sonríe y se contenta, empuja y noto su
excitación. Después de un rato se endereza y recorre, primero con sus pupilas,
después con sus manos desde los hombros hasta mis webos tentando cada pedazo de
carne que se deja tentar. Haces gym. No te voy a pagar más por eso pero no, no
hago gym, me encanta nadar. Sus dientes en sus labios me levantan el ego y el
pito también para qué lo voy a negar. Empieza a manipular mis testículos con
ansia y mi verga con fruición. Un dedillo travieso empieza a explorar
territorio vírgen, no te rías, lo dejo hacer hasta que no me resulta cómodo y
eso es apartir de su huella dactilar. Se decide por terminar sus manualidades.
Le pido que se la jale al mismo tiempo, ya sabes cómo, las dos carnes en el
abrazo de una sola mano. La leche fluye en mí por tercera vez, en él por
primera, por lo menos en mi cama. Por el resto de su jornada laboral no
respondo. Pos ah.
Nos damos cuenta de la hora y no hay reclamos
ni pago de horas extras. Me ofrezco a llevarlo aunque lo dejaría lejos del
lugar del crímen. Decide bajarse antes por lo que me ofrezco a dejarlo en su
casa. Acepta. Platicamos, reímos, me dice de dónde es, jugamos, promete
contactarme con el chichifín de lentes, me quiere dar su celular. Le doy el mío
para que marque el suyo. Y cómo lo guardo. Autorregalo. Pero no tienes otro Autorregalo en tu celular. Bueno, ponle Autorregalo de Matamoros. Pero yo te
dije que soy de Reynosa. Sí pero hablo de la calle, no de la ciudad. Entiende,
se ríe, se despide y me deja una sonrisota que no desentonó nada con la noche
buena.
“Ese precioso niño, yo me muero por él, sus
ojitos me encantan, su boquita también".











