Siete los pecados
capitales, los días de la semana, las vidas del gato, los lunares en tu nalga
derecha y los mínimos pelados que se requieren para armar una orgía decente. O
indecente, según que tan teto seas.
Y sí, llegamos a la
casa del caracol, no la de la sopa, la de la escalera, nos anunciamos con una
llamada previa y nos recibe un tipo en pelotas. Pásenle estamos allá atrás,
dice mientras nos guía mostrándonos el buen culo y el tatuaje en la espalda,
cuento.
Uno está desnudo
sentado en el sofá, la luz difusa no me deja apreciar aún ningún detalle salvo
su cara de satisfacción por el oral doble que está recibiendo. Le calculo unos veintitrés
años y casi los mismos centímetros. Bien.
Dos ha regresado de
abrirnos la puerta e inmediatamente toma el lugar vacío para seguir de
becerrito prendido de aquella buena tranca, presume sus buenas nalgas y sobra
decir, porque ya lo dije, que también está desnudo en sus veintiocho años bien
conservados.
Tres ni se ha
molestado en voltear a vernos llegar, hincado rindiendo honores al gran falo
sigue en lo suyo, su piel clara, igual a la de Dos, contrasta con las más
oscura que la de Uno. Buenos cuerpos, buenos culos, aproximadamente misma edad,
esto se va a poner bien.
Mi compañero será
Cuatro y yo seré Quinto y así me marcharé de aquí, no me interesa que me cojan
pero sí coger. Pregunto por el sanitario y me dicen en dónde está, no quiero
interrumpir nada por algunas inoportunas ganas de ir a mear. Me dirijo hacia
ahí y un enorme espejo de piso a pared me refleja aun vestido, el baño está al
lado, limpio y perfumado. Hago lo que tengo que hacer. Regreso a la sala y
Cuatro ya esta en pelotas mamando verga. Ni hablar, la unión hace la orgía.
Voy.
Me desnudo sin
prisa mientras veo la vorágine de piel y manos en un acompasado avance, aún no
hay prisas ni movimientos bruscos, todo es tantear al otro, averiguar que le
gusta, cómo se la come, dónde se la pongo. Las ropas están sobre una mesita
esquinada, busco donde poner la mía, no quisiera que se llevaran mi cartera o
celular por error si sabes a lo que me refiero. Encuentro en la pared unos
percheros, este lugar está bien acondicionado. El cuarto es amplio y aparte del
sillón hay un colchón en el piso limpio, sabanas blancas no mancilladas ni
todavía usadas. Más espejos, espero que sin cámaras ocultas pienso mientras veo
mi cuerpo ahora desnudo y semierecto reflejado en uno de ellos.
Tomo asiento en el
sofá al lado de Uno, ahora lo aprecio mejor, sí la tiene grande y eso llama
mucho la atención, levanta hormonas y abre bocas, apuesto que toca anginas,
también se carga una coqueta pancita abultada que lo hace ver, aún sin ropa,
como un cholito mataputos con sus collares semibugas al cuello. Tres bocas son
multitud aun para un falo como ese, así que Tres viene hacia a mí y se come mi
semierección, lento, profundo, húmedo y caliente hace que la erección se
complete. Un buen rato y una buena mamada. Lo disfruto mientras veo la pancita
morena de Uno sobada por las manos de Dos y Cuatro. Lento.
Seguimos así un
rato hasta que nuevamente suena el timbre, Tres, ha de ser el anfitrión ya que
se levanta a abrir la puerta dejándome duro y ensalivado mi palo. No hay queja,
Dos lo remplaza prontamente mientras Cuatro se dedica a consentir a Uno. Que
mamadas.
Seis y Siete han llegado,
son dos peladotes con toda la finta de bugas, varoniles, barba cerrada, altos,
buenotes, tal vez veinticinco el primero y diez más el segundo. Vaya, esto
mejora. Miran un poco y se desnudan un mucho. Muy pronto se unen sin ropas a la
fiesta, tienen buenas vergas y todo el aspecto de activos futboleros, no tienen
los excelentes cuerpos de los anfitriones pero no hace falta, esas presencias
varoniles me hacen casi apostar que uno viene de ver el juego de los Rayados y
el otro acaba de dejar a su novia/esposa en su casa. Las pancitas cerveceras
los delatan. Sendas bocas lo reciben como debe ser, mamadas hasta las anginas.
Lo gozan.
Ahora toca el turno
de moverse y buscar más acción, me paro y le doy arrimones a Dos mientras se la
mama a Uno. Después me pongo al lado de Seis y su barba cerrada, arrimo mi falo
a la boca de Tres que toma ambas y se las traga con placer, aprovecho para
acariciar el culo de Seis y no hace pedo, pensé que sería activo y me quitaría
la mano pero no, no hace pedo, se deja querer, creo que he fijado mi objetivo
en este culito velludo, caliente y apretado. Repentinamente se nos uno Siete, es casi tan
alto como yo, besando a Seis apasionadamente, fajes, mamadas, piquetes de culo,
esto marcha y tan machines que se veían. Siete se arrodilla y saca mi verga de
la boca de Tres y la toma para sí. Te creí activo. Bien.
El tiempo pasa y
las acciones también, cuando cobro conciencia Uno está sentado sobre el
respaldo del sofá con Dos prendido en cuatro patitas mamándole la verga, Tres
decide empezar las acciones más profundas, le ensaliva el culo, se moja la
verga con las babas de Cuatro, y lo ensarta. Escuchar los gemidos de alguien
con una verga en la boca es tan cachondo. Verlo, más. Olerlo otro tanto. Tocar
esos cuerpos que empiezan a transpirar. Saborear la verga que te pongan en la
boca mucho mejor. Tres coge con fuerza y se escuchan los aplausos, no de los
presentes, sino de las nalgas de Dos contra la pelvis de Tres. Los
flapflapflaps de la concurrencia no se hacen esperar, vemos el acto y empezamos
el propio. Mamadas, fajes, besos, chupadas de culo, de verga, pezones, lenguas,
nalgas. El buffet ha sido abierto. Papéate.
Tres le deja el hoyo
libre de Dos para que lo penetre Seis; Tres se recuesta en el sofá con las
piernas al aire y el picudo que lo aprovecha primero es Uno, le deja ir la
verga en toda la extensión de la palabra. Me toca verlo pompear el culo y lo
hace bien. Los roles se empiezan a definir: Uno y Seis activos; Tres y Dos
pasivos. Cuatro y Siete más mirones y mamadores hasta que los culos digan otra
cosa. Los dos me maman. Yo ya sabes.
Pasamos de la cama
al sofá al piso, de una boca a un culo a dos bocas, a otro culo, cogida a siete
pitos. He dejado de prestar atención a los acontecimientos simplemente sé que
los roles no cambian a menos que fuerce las cosas. El culo de Dos y de Tres ya
fue mío y casi de todos los presentes. Las vergas de todos también han sido
mías y de todos. Los huevos de Seis, grandes y sabrosos me han abierto el
caminito para mojarle el culo con mi lengua, creo que este vira hacia inter.
Genial. Con Uno no interactúo demasiado, me da la impresión de ser un mayatito
hecho y derecho, ¿para qué complicarse la existencia habiendo tanto material
disponible? Se la mamaría sólo si me la mama y no he visto que pruebe una sola
verga. Paso.
Uno se coge a Tres
o a Dos, no sé, ya se me confunde, mientras Seis y yo le metemos alternadamente
las vergas en la boca. Me llama poderosamente la atención que nadie ha hecho ni
el remoto intento por venirse, supongo que quien se venga pierde, la erección y
un rato de placer. Nadie quiere eso. Todos quieren popers. Siete se ha sentado
en el sofá y para que Cuatro se dé sentones comparten la botellita del
lubricante artificial. Culos abiertos, vergas que no descansan, entran, salen,
cambian, muerden. Una orgía en forma y el intercambio de fluidos corporales a
todo lo que da. Sí, amantes de los deportes extremos no adictos al látex ni a
los remordimientos. Coges como si fuera el fin del mundo ¿y quién te dice que
no lo será? Mamas como si las vergas se fueran acabar. Miras como si no hubiera
otra cosa que mirar. Hueles lo que queda hasta el final del frasquito ámbar y
todo lo demás. Tocas piel, falos, culos, hoyos, tetillas, orejas, nucas, cortes
a rape… Saboreas machos en celo con todo lo que ello conlleva así sean pelos,
baba, precum, sudor, placer. La encajas donde ves un huequito o te vas sobre de
lo que te puedan encajar. Orgía debería ser una palabra sagrada. Y pensar que
antes lo era.
Seis ha queda
tirado a mi lado en el colchón del suelo, el pasivo se ha ido por vergas
diferentes, aprovecho para hincarme sobre Seis y juntar los falos, se deja,
siempre se deja, tomo ambos buenos trozos de carne y masturbo, le grada, gime y
pide más velocidad, se sienten las erecciones tan cerca, tan fuertes, tan
calientes, tan duras. Lo complazco y lentamente le empiezo a alzar las piernas,
se deja, siempre se deja. Su ano velludo me saluda coquetamente, lo sigo
masturbando, gime más. Resbalo mi falo por ese espeso bosque de vellos que van
de su escroto a su tesoro, se sigue dejando, ensalivo mi falo, le pido que me
escupa en la mano, su saliva termina en su ano lubricado y listo se la dejo ir.
Punto para Quinto. Hemos transmutado a un activo en un inter, pero ahora es mi
pasivo y lo disfruta, ignoro si ya se lo habían cogido y no es algo que me
importe pero sí que me complace. Imito lo que él le hacía a Dos y Tres: coges
muy rápido y fuerte unas diez veces y calmas el frenesí, controlas las ganas de
eyacular mientras aprietas tu propio esfínter y tu pene se hincha más,
lentamente recorres la cavidad con la gran cabeza que te cargas por el tracto
anal de tu pasivo, lo siente y lo goza, sus manos apretando las sábanas te
dicen el secreto y arremetes nuevamente fuerte y rápido y así te lo llevas
mientras aguante. Después de un rato se zafa y se va. Nadie dice nada, a eso
hemos venido.
Uno de los
anfitriones nos dice que no nos corre pero que ya es hora de irnos porque la
casa no es de él. Nos da quince minutos que cada quien los aprovecha lo mejor
que puede, tanto Seis como Uno se cogen intercaladamente a Tres y Dos ¿Cómo
desperdiciar esos accesibles culos? Yo disfruto verlos en el colchón y acompaño
a Seis dándole a mamar mi verga a Tres, nos venimos los tres juntos, Seis en su
culo, yo en su boca y Tres en su abdomen. Leche.
Supongo que los
otros hicieron lo propio ya que todos se enfilan al baño a enjuagarse, a disfrazarse
nuevamente de gente normal, despedirse como si acabaras de ir a una fiesta de
cumpleaños, abordar los autos y perderse en la noche; recibir el agradecimiento
de Cuatro por cambiarle la cogida de la semana por la orgía de su vida. Llegar
a casa y, tal vez, escribir un relato erótico. Una rutina que sería genial que
fuera más frecuente.
Sigo pensando en los siete pecados capitales de los cuales
me quedo con uno; a los siete días de la semana les hago lo mismo y discrimino
los que no tienen orgías o mínimo sexo; De las siete vidas de gato tal vez hoy
me haya gastado una con la esperanza que no haya siete pelados yendo a buscar
siete veces siete cajas de penicilina.
Ahora siete
llamadas perdidas me avisan que…






