La puta normalidad
“Lo
escencial es invisible para los ojos” El principito.
“Pero en una buena cogida no lo es para el tacto y todo lo demás” Ceterro.
“Pero en una buena cogida no lo es para el tacto y todo lo demás” Ceterro.
La ternura no está reñida con el buen
sexo, puedes tener una cara inocente, un cabello lacio de niño lindo que cubre
casi la totalidad de tu frente, la timidez de un primerizo, los silencios de
alguien serio, callado e inexperto, todo eso que, debo reconocer, no sólo me
encanta sino que hace que lentamente me erecte con únicamente escuchar tu voz
de efebo. Te has dado cuenta de ello y colocas tu mano en mi pierna. La guío
despacio al firme bulto de mi entrepierna. Reaccionas.
Un
paseo nocturno a un lugar público donde las parejas hetero hacen lo propio y tú
no te atreves a ir más alla de tomarme la mano, darme algún beso fugaz y
apretar mi erección. Nadie nos pone atención más que nosotros mismos. Quiero
desabrochar tu pantalón pero los nervios hacen que desistas, me detienes. Te
acaricio el cabello, deslizo mi mano por tu nuca, con firmeza y suavidad te
guió hacia abajo y siento tu respiración
entrecortada cerca de mi objetivo. Busco bajar el cierre y aspiras lo que
guardo para ti. Aprietas con la boca sobre el pantalón y te estremeces. Las
luces de un carro que ha llegado te hacen levantarte asustado. No, no es una
patrulla, te calmo y te pido continuar a lo que te niegas. Te ganan los
nervios.
Te
invito a casa. No respondes. Si no es un “no” entonces es un “sí”. Me sigues
como corderito manso por las escaleras, traspasas la puerta del depa y después
la de mi habitación. Te haces una idea de a qué has venido, tomas asiento en la
cama y haré que no sea lo único que tomes. Con ternura te recuesto a besos en
los labios y en tus ojos cerrados, acaricio tu cabello sedoso y desabotono tu
camisa, contemplo tu reacción que sobresale del flácido pantalón de vestir. Te
dejas hacer y hago. Nuestra ropa ha terminado en el piso exceptuando tu trusa
tensa. Te resistes a quedar desnudo pero mis habilidades sirven para estos
casos. Me ruegas que apague la luz, lo hago. Con eso he logrado tu desnudez y
por fin rozamos las pieles enteras, los falos erectos, los vellitos de las
nalgas, todo en total oscuridad.
Pienso,
equivocadamente, que debo ser tierno con la ternura, calmo con la calma y experto
con el novicio. Delicioso error. Ignoro si la calentura, la excitación, las
feromonas o el señor Hyde han decidido salir a paseo. Tu mirada se transforma
en deseo ardiente, tus manos en ansias que estrujan mi carne, tus uñas que
tatuan mi espalda. Coger con ternura es una cosa pero nada se compara a coger
contigo. Esos deseos tan antes controlados se desbocan en mi cama, me jalas el
cabello, me encajas tu lengua, me muerdes la oreja y has presionado el botón
indicado. Me prendes más que cualquier cogida previa y entro al juego, te
arrojo con violencia sobre las almohadas, te separo las piernas y te dejo
sentir lo que te espera. Gimes mientras aprieto tus brazos y muerdo tus pezones.
La fuerza entre dos hombres haciendo el am... ¡mamadas! Corrijo: la fuerza entre dos hombres fornicando con pasión es dificilmente comparable a cualquier otro intenso acto sexual que no incluya la violación. Invocando sudores, músculos, los dientes y la fuerza de las erecciones puedes alcanzar cumbres de excitación que los popers, o los videos porno o las cogiditas rutinarias jamás te permitirán conocer. Dos voluntades desesperadas por poseer, cada una a su manera, abren el camino de la carne. Te he pentrado y el acto tensa todo tu cuerpo al grado de decir que me duele la manera en que ciñes mi pene con tu esfínter y tus uñas dejando huellas en la espalda. Pero todo hace que todo se caliente más, una espiral virtuosa, o viciosa, para el caso nos da lo mismo. El aliento vaporoso, la resistencia a dejarme salir o entrar un poco más, los abrazos de osos en celo. La cama atestigua nuestra batalla desnudándose también, rodamos, muerdes, me alzo, la almohada, caes, madera virgen, yo clavo ardiente, gritas, has olvidado la ternura mandándola a chingar su madre, has invitado a la lujuria a quien violamos con un dos romano. Tú tan tú y yo tan yo gracias a ti. Los dedos no sólo recorren, también profanan tornando en sagrado el acto de coger, en vulgar cualquier experiencia religiosa. Coger el tiempo, la oprtunidad, a ti. Coger con fuerza. Coger a la fuerza. Superen eso, maricas Jedis, pienso con mi sable en ti.
La
explosión de simultáneos geisers lácteos, yo dentro, tú entre nosotros, nos
deja pasmados encontrándonos en las pupilas, los jadeos cedentes que buscan
recuperar la normalidad, ignoro para qué, la temperatura de los cuerpos sudados,
la lenta e incipente mutua sonrisa de complicidad. Me tumbo sobre ti y
disfrutamos de todos los tiempos. Tal vez un poco menos del futuro inmediato
pero sí del presente perfecto. Sé que me quedaré un poco aquí para siempre.
Sí,
la puta normalidad tiene que regresar a joder todo lo
extraordinario que llegamos a construtir. Otra vez la ropa, la rutina, tu casa,
mi auto, tus silencios, mi aprecio. Nos despedimos con la ternura inicial. Un
beso. En los labios. Frente a tu casa. Bye, tierno niño, bye.
Día de Salir del Closet
A pesar de lo que se celebra hoy,
encontrandome cosas como estas en él, yo me sacrificaría quedandome dentro.
De él.

Siete
Siete los pecados
capitales, los días de la semana, las vidas del gato, los lunares en tu nalga
derecha y los mínimos pelados que se requieren para armar una orgía decente. O
indecente, según que tan teto seas.
Y sí, llegamos a la
casa del caracol, no la de la sopa, la de la escalera, nos anunciamos con una
llamada previa y nos recibe un tipo en pelotas. Pásenle estamos allá atrás,
dice mientras nos guía mostrándonos el buen culo y el tatuaje en la espalda,
cuento.
Uno está desnudo
sentado en el sofá, la luz difusa no me deja apreciar aún ningún detalle salvo
su cara de satisfacción por el oral doble que está recibiendo. Le calculo unos veintitrés
años y casi los mismos centímetros. Bien.
Dos ha regresado de
abrirnos la puerta e inmediatamente toma el lugar vacío para seguir de
becerrito prendido de aquella buena tranca, presume sus buenas nalgas y sobra
decir, porque ya lo dije, que también está desnudo en sus veintiocho años bien
conservados.
Tres ni se ha
molestado en voltear a vernos llegar, hincado rindiendo honores al gran falo
sigue en lo suyo, su piel clara, igual a la de Dos, contrasta con las más
oscura que la de Uno. Buenos cuerpos, buenos culos, aproximadamente misma edad,
esto se va a poner bien.
Mi compañero será
Cuatro y yo seré Quinto y así me marcharé de aquí, no me interesa que me cojan
pero sí coger. Pregunto por el sanitario y me dicen en dónde está, no quiero
interrumpir nada por algunas inoportunas ganas de ir a mear. Me dirijo hacia
ahí y un enorme espejo de piso a pared me refleja aun vestido, el baño está al
lado, limpio y perfumado. Hago lo que tengo que hacer. Regreso a la sala y
Cuatro ya esta en pelotas mamando verga. Ni hablar, la unión hace la orgía.
Voy.
Me desnudo sin
prisa mientras veo la vorágine de piel y manos en un acompasado avance, aún no
hay prisas ni movimientos bruscos, todo es tantear al otro, averiguar que le
gusta, cómo se la come, dónde se la pongo. Las ropas están sobre una mesita
esquinada, busco donde poner la mía, no quisiera que se llevaran mi cartera o
celular por error si sabes a lo que me refiero. Encuentro en la pared unos
percheros, este lugar está bien acondicionado. El cuarto es amplio y aparte del
sillón hay un colchón en el piso limpio, sabanas blancas no mancilladas ni
todavía usadas. Más espejos, espero que sin cámaras ocultas pienso mientras veo
mi cuerpo ahora desnudo y semierecto reflejado en uno de ellos.
Tomo asiento en el
sofá al lado de Uno, ahora lo aprecio mejor, sí la tiene grande y eso llama
mucho la atención, levanta hormonas y abre bocas, apuesto que toca anginas,
también se carga una coqueta pancita abultada que lo hace ver, aún sin ropa,
como un cholito mataputos con sus collares semibugas al cuello. Tres bocas son
multitud aun para un falo como ese, así que Tres viene hacia a mí y se come mi
semierección, lento, profundo, húmedo y caliente hace que la erección se
complete. Un buen rato y una buena mamada. Lo disfruto mientras veo la pancita
morena de Uno sobada por las manos de Dos y Cuatro. Lento.
Seguimos así un
rato hasta que nuevamente suena el timbre, Tres, ha de ser el anfitrión ya que
se levanta a abrir la puerta dejándome duro y ensalivado mi palo. No hay queja,
Dos lo remplaza prontamente mientras Cuatro se dedica a consentir a Uno. Que
mamadas.
Seis y Siete han llegado,
son dos peladotes con toda la finta de bugas, varoniles, barba cerrada, altos,
buenotes, tal vez veinticinco el primero y diez más el segundo. Vaya, esto
mejora. Miran un poco y se desnudan un mucho. Muy pronto se unen sin ropas a la
fiesta, tienen buenas vergas y todo el aspecto de activos futboleros, no tienen
los excelentes cuerpos de los anfitriones pero no hace falta, esas presencias
varoniles me hacen casi apostar que uno viene de ver el juego de los Rayados y
el otro acaba de dejar a su novia/esposa en su casa. Las pancitas cerveceras
los delatan. Sendas bocas lo reciben como debe ser, mamadas hasta las anginas.
Lo gozan.
Ahora toca el turno
de moverse y buscar más acción, me paro y le doy arrimones a Dos mientras se la
mama a Uno. Después me pongo al lado de Seis y su barba cerrada, arrimo mi falo
a la boca de Tres que toma ambas y se las traga con placer, aprovecho para
acariciar el culo de Seis y no hace pedo, pensé que sería activo y me quitaría
la mano pero no, no hace pedo, se deja querer, creo que he fijado mi objetivo
en este culito velludo, caliente y apretado. Repentinamente se nos uno Siete, es casi tan
alto como yo, besando a Seis apasionadamente, fajes, mamadas, piquetes de culo,
esto marcha y tan machines que se veían. Siete se arrodilla y saca mi verga de
la boca de Tres y la toma para sí. Te creí activo. Bien.
El tiempo pasa y
las acciones también, cuando cobro conciencia Uno está sentado sobre el
respaldo del sofá con Dos prendido en cuatro patitas mamándole la verga, Tres
decide empezar las acciones más profundas, le ensaliva el culo, se moja la
verga con las babas de Cuatro, y lo ensarta. Escuchar los gemidos de alguien
con una verga en la boca es tan cachondo. Verlo, más. Olerlo otro tanto. Tocar
esos cuerpos que empiezan a transpirar. Saborear la verga que te pongan en la
boca mucho mejor. Tres coge con fuerza y se escuchan los aplausos, no de los
presentes, sino de las nalgas de Dos contra la pelvis de Tres. Los
flapflapflaps de la concurrencia no se hacen esperar, vemos el acto y empezamos
el propio. Mamadas, fajes, besos, chupadas de culo, de verga, pezones, lenguas,
nalgas. El buffet ha sido abierto. Papéate.
Tres le deja el hoyo
libre de Dos para que lo penetre Seis; Tres se recuesta en el sofá con las
piernas al aire y el picudo que lo aprovecha primero es Uno, le deja ir la
verga en toda la extensión de la palabra. Me toca verlo pompear el culo y lo
hace bien. Los roles se empiezan a definir: Uno y Seis activos; Tres y Dos
pasivos. Cuatro y Siete más mirones y mamadores hasta que los culos digan otra
cosa. Los dos me maman. Yo ya sabes.
Pasamos de la cama
al sofá al piso, de una boca a un culo a dos bocas, a otro culo, cogida a siete
pitos. He dejado de prestar atención a los acontecimientos simplemente sé que
los roles no cambian a menos que fuerce las cosas. El culo de Dos y de Tres ya
fue mío y casi de todos los presentes. Las vergas de todos también han sido
mías y de todos. Los huevos de Seis, grandes y sabrosos me han abierto el
caminito para mojarle el culo con mi lengua, creo que este vira hacia inter.
Genial. Con Uno no interactúo demasiado, me da la impresión de ser un mayatito
hecho y derecho, ¿para qué complicarse la existencia habiendo tanto material
disponible? Se la mamaría sólo si me la mama y no he visto que pruebe una sola
verga. Paso.
Uno se coge a Tres
o a Dos, no sé, ya se me confunde, mientras Seis y yo le metemos alternadamente
las vergas en la boca. Me llama poderosamente la atención que nadie ha hecho ni
el remoto intento por venirse, supongo que quien se venga pierde, la erección y
un rato de placer. Nadie quiere eso. Todos quieren popers. Siete se ha sentado
en el sofá y para que Cuatro se dé sentones comparten la botellita del
lubricante artificial. Culos abiertos, vergas que no descansan, entran, salen,
cambian, muerden. Una orgía en forma y el intercambio de fluidos corporales a
todo lo que da. Sí, amantes de los deportes extremos no adictos al látex ni a
los remordimientos. Coges como si fuera el fin del mundo ¿y quién te dice que
no lo será? Mamas como si las vergas se fueran acabar. Miras como si no hubiera
otra cosa que mirar. Hueles lo que queda hasta el final del frasquito ámbar y
todo lo demás. Tocas piel, falos, culos, hoyos, tetillas, orejas, nucas, cortes
a rape… Saboreas machos en celo con todo lo que ello conlleva así sean pelos,
baba, precum, sudor, placer. La encajas donde ves un huequito o te vas sobre de
lo que te puedan encajar. Orgía debería ser una palabra sagrada. Y pensar que
antes lo era.
Seis ha queda
tirado a mi lado en el colchón del suelo, el pasivo se ha ido por vergas
diferentes, aprovecho para hincarme sobre Seis y juntar los falos, se deja,
siempre se deja, tomo ambos buenos trozos de carne y masturbo, le grada, gime y
pide más velocidad, se sienten las erecciones tan cerca, tan fuertes, tan
calientes, tan duras. Lo complazco y lentamente le empiezo a alzar las piernas,
se deja, siempre se deja. Su ano velludo me saluda coquetamente, lo sigo
masturbando, gime más. Resbalo mi falo por ese espeso bosque de vellos que van
de su escroto a su tesoro, se sigue dejando, ensalivo mi falo, le pido que me
escupa en la mano, su saliva termina en su ano lubricado y listo se la dejo ir.
Punto para Quinto. Hemos transmutado a un activo en un inter, pero ahora es mi
pasivo y lo disfruta, ignoro si ya se lo habían cogido y no es algo que me
importe pero sí que me complace. Imito lo que él le hacía a Dos y Tres: coges
muy rápido y fuerte unas diez veces y calmas el frenesí, controlas las ganas de
eyacular mientras aprietas tu propio esfínter y tu pene se hincha más,
lentamente recorres la cavidad con la gran cabeza que te cargas por el tracto
anal de tu pasivo, lo siente y lo goza, sus manos apretando las sábanas te
dicen el secreto y arremetes nuevamente fuerte y rápido y así te lo llevas
mientras aguante. Después de un rato se zafa y se va. Nadie dice nada, a eso
hemos venido.
Uno de los
anfitriones nos dice que no nos corre pero que ya es hora de irnos porque la
casa no es de él. Nos da quince minutos que cada quien los aprovecha lo mejor
que puede, tanto Seis como Uno se cogen intercaladamente a Tres y Dos ¿Cómo
desperdiciar esos accesibles culos? Yo disfruto verlos en el colchón y acompaño
a Seis dándole a mamar mi verga a Tres, nos venimos los tres juntos, Seis en su
culo, yo en su boca y Tres en su abdomen. Leche.
Supongo que los
otros hicieron lo propio ya que todos se enfilan al baño a enjuagarse, a disfrazarse
nuevamente de gente normal, despedirse como si acabaras de ir a una fiesta de
cumpleaños, abordar los autos y perderse en la noche; recibir el agradecimiento
de Cuatro por cambiarle la cogida de la semana por la orgía de su vida. Llegar
a casa y, tal vez, escribir un relato erótico. Una rutina que sería genial que
fuera más frecuente.
Sigo pensando en los siete pecados capitales de los cuales
me quedo con uno; a los siete días de la semana les hago lo mismo y discrimino
los que no tienen orgías o mínimo sexo; De las siete vidas de gato tal vez hoy
me haya gastado una con la esperanza que no haya siete pelados yendo a buscar
siete veces siete cajas de penicilina.
Ahora siete
llamadas perdidas me avisan que…
Vicario
Debes conocer a la
gente adecuada para armar los tríos adecuados. O bien apostarle a la buena de
dios que todo salga bien. O entre mejor.
Hace un mes me
quebré el brazo, aún traigo yeso, pero es en el brazo y no en el pito, así que,
aunque algo fetichista, también se puede coger. Con cuidado o poniéndome de
asiento para que se den sus buenos sentones, todo se puede. Bueno casi.
Una noche de tantas
Esotérico está en una de mis computadoras actualizando su feizbuk. Yo viendo
quién se asoma a mi mesenger. Sorpresa es Quimiquito; dieciocho, pasivo,
chaparrito, muy caliente, estudiante de química con el que hay muy buena física
y con ganas de… ¿Cogemos? Es el saludo que me prodiga apenas me ve. Empiezo el
juego. ¿Quieres trío? Sí ¿Con quién? Con un amigo inter que está bien vergón.
Bingo, dije la palabra mágica. ¿Pasan por mí? Espera. Ya abrí la boca ahora
tengo que preguntarle a Esotérico si quiere trío. ¿Con quién? Es la pregunta de
cajón, conozco pocas personas que primero dicen sí y después hacen la pregunta,
en realidad porque no les importa, la cogedera es la cogedera. Mocosito, pasivo
cachondo, pasable, buen culo ¿Nos lo cogemos?
La respuesta es
obvia porque ya estamos en mi cuarto. Esotérico se encueró lo mismo que yo,
Quimiquito pide la luz apagada mientras se ha quedado en su bóxer de los transformers y eso desata una plática de
vibras, autoestimas y demás mamadas que no me interesa oír. Voy al baño y les sugiero
que empiecen. Son obedientes porque cuando regreso Esotérico está sentado en la
cama con la espalda recargada en la pared, Quimiquito montado en él, ambos
desnudos y dándose besos con la luz apagada. Ninguno de los dos se ha percatado
de mi regreso porque uno me da le espalda y le tapa la cara al otro. Disfruto
ver la escena. Besos lentos, la gran verga de Eso sobando el culito de Quimi.
Me prende ver. Quién lo diría que se siente tan bien ser un fisgón. Me quedo
con mi erección en la entrada del cuarto.
Después de un rato,
tras encender la lámpara cachonda, me acerco como un fantasma, los dejo hacer,
disfruto admirar esos cuerpos desnudos entrando en calor, se saben observados y
siento que sus erecciones crecen, les vale verga o lo disfrutan o todas las
anteriores; acaricio la espalda de Quimi y las piernas de Eso con mi brazo
libre. Meto mano sólo para guiar la acción, empujo un poco el culo del mocoso
con mi brazo bueno hacia arriba, entiende, una vez así le tomo la tranca a
Esotérico para acomodársela en la entrada del culo al niño; antes de que se
siente ensalivo aquel buen proporcionado pene con una húmeda mamada. Chupo el
hoyo correspondiente y guío el ensarte. Lento, firme veo como se pierde esa
larga verga en el culito apretado y por el espejo la cara de placer del
sodomizado. Gime pero no se detiene, sigo guiando. Está totalmente ensartado.
Empieza el bamboleo del activo con la cooperación del pasivo y eso se ve
genial. Es como admirar una porno en 3D con la dirección de cámaras bajo mi
control. Decido ponerme de pie y participar un poco de la toma. Les pongo la
verga al alcance de sus bocas que están unidas en un beso, empiezo a empujar
para separarlas y sentir sus labios y lenguas, tengo éxito y ambos se prenden
como buenos becerritos de la misma ubre. Bien. Uno en mi glande, otro en mis
testículos, hambrientos cambian de lugar y me prodigan una de las mejores
mamadas dobles que he disfrutado en mi corta experiencia. Sí, fue sarcasmo lo
de la corta experiencia. Lo otro no.
Sigo siendo el
director de escena, hago que Quimi se acueste sobre su espalda y que Eso se lo
coja con las piernitas de aquel en el aire, el pene sale y entra en casi toda
su longitud, tranquilamente son unos veinte centímetros de placer que quieren
agarrar velocidad pero lo calmo para que la toma dure más, el pasivo lo
agradece. Ver es disfrutar a plenitud de uno de tus sentidos, es participar de
cerca de una obra de teatro erótico y comerte a los actores con las pupilas, es
no estorbar y dejarlos hacer, es guiar cuando sabes que a ellos los excita
saber que alguien está muy cerca participando del placer con sólo las caricias
de sus miradas, es tan caliente coger delante de alguien, es tan cachondo
dejarle meter mano, es tan sublime obedecer lo que él manda. Deberías de
probarlo con nosotros. Ese buen culo de activo moviéndose me da ideas pero
deseo disfrutar de este envidiable punto de vista, estoy mirando sobre el
hombro de Eso los gestos de Quimi, gime de placer o de dolor, nos da lo mismo,
el niño está en el cielo con el culo atravesado. No quiero perder mi dosis de
placer y coloco mi erección entre las nalgas del activo. Sabe qué sigue porque
se prepara para la embestida separando las piernas y abriendo sus nalgas, en un
vaivén logro atinarle a la abertura y despacio dejo caer mi peso sobre él y mi
verga en su ano. Contacto. Lo vicarial se ha vuelto completo, una experiencia
religiosa ver el bamboleo que nos prende a los tres, nos miramos, agarramos,
compartimos sudores, salivas, besos, carnes. A Quimi me lo he cogido algunas
veces, a Esotérico otra tantas. Así que ambos ya saben qué se siente tenerme
dentro, las pupilas del niño me buscan a cada empellón del inter, pareciera que
me lo estoy cogiendo yo por medio de un avatar. Duro y nuestras pupilas
sonríen. La nuca de Eso recibe mi aliento como otras tantas veces.
Quimi se cansa, lo
sé por su problema de la columna, así que pide tregua, lo ponemos de perrito y
yo sólo le sobo la cola con mi erección, Eso va y le da un trago a su cerveza
para después plantarle un beso al niño que se queja del aliento dipsomaníaco
del inter. Su respuesta: hay, no mames y le clava la lengua en la garganta,
santo remedio. Lo quiero ensartar y no se acomoda, le falta docilidad y mi
brazo enyesado no me deja tomarlo como ambos sabemos. Unos piquetes y decido
cederle mi lugar a Esotérico haciéndole una seña, entiende a la perfección. Una
canción en la radio los pone a platicar de grupos poperos y mamadas de esas.
Voy por la cerveza. Volteo y Eso no ha tenido piedad y lo tiene ensartado. Me
pregunto cómo diablos cabe todo eso en todo aquellito, la mía es más gruesa y
sé cómo cabe, pero la de aquel es más larga y me lo pregunto. Pero decido que
me vale madre y le doy de comer carne al pasivo. Doble penetración y la plática
de la música pop se ha agotado. Cogerse un pasivo con tu amigo, o bien,
conseguirle otro activo a tu otro amigo es algo que deberá acumular buenos
puntos para ir al cielo. Aunque sea en mi cama. Sudamos.
Esotérico no tiene
trazas de querer venirse, lo sé, de aquí va a una orgía que no nos ha querido
invitar y Quimi no tiene esa sana costumbre de venirse, me piden que bendiga el
acto con mi leche bendita. Ambos se tiran bocarriba en la cama uno al lado del
otro aún besándose. Eso me señala el pecho del niño, aquí, sugiere, ¿sí?
Pregunto al pasivo como si me importara su respuesta y este con una cara de plegaria
me responde que sí. Va.
La leche vuela
bañando su torso desde el pubis, las últimas gotas, hasta la barbilla los
primeros chorros. Hay, wey, están bien calientes, exclama el receptor. Hace
mucho que no me dedicaban esa frase, suspiro mientras mis músculos se tensan.
No mames, wey, te veniste igual que ahorita, se asombra Esotérico mientras embarra
los mecos en todo el torso de Quimi. ¿Entonces ustedes ya habían cogido,
mamones? Cuestiona asombrado el recién bautizado Quimiquito. Sí, niño, pero te
me apareciste en el msn así que te dedicamos esta cogida. ¿Bien? Sonríe. Lo sé.
Bueno, en esta cama
de leche se llenó una taza y cada quien para su casa.
Amén.
París.
Siempre
nos quedará París.
París es un niño
lindo de cabellos largos alborotados y sin forma. Como me gustan. Lo conocí por
web cam y le mostré lo mío y él me mostró lo suyo. Nos encantamos.
Me invita a su
trabajo en una papelería grande cercana al Tec. Se ha ganado la confianza de
los dueños y trae su propia llave. Es media noche y nadie llegará a
molestarnos. Es delgado, tímido y virgen. Nos desnudamos entre estantes y nos
fajamos como principiantes, su complexión me invita a cargarlo y yo acepto
encantado, su falo se recarga en mi abdomen mientras lo sostengo por el
trasero, besos tiernos no me bastan así que lo pongo en el suelo y le doy a
desear lo que quiero que me mame. Se hinca y su tibia boca cubre mi glande, su
lengua recorre mi tronco, sus manos sostienen mis testículos, sus anginas
chocan con mi punta. El instinto del novato siempre es bienvenido mientras no
meta los dientes. No los mete pero yo sí le meto otra cosa, la leche en su
traquea. Feliz el niño y nos despedimos poniendo la alarma del changarro.
Aquello fue hace
cerca de cuatro meses, hemos establecido una rutina cachonda y tierna. Cada dos
sábados viene a quedarse a mi casa, compramos de cenar y vemos películas de
Disney. La Sirenita,
Bambi, Pinocho, Los ciento un dálmatas, la Dama y el Vagabundo nos han servido de preámbulo
a la hora de irnos a la cama, bueno la cama es un decir, en mi depa minimalista
sólo tengo una colchoneta que tiendo en el suelo para dormir más cómodos. Mi
sofá cama es cómodo sólo si duermo sin compañía. Y a pesar de esos cuatro meses
sigue siendo virgen. Creo que debería cambar de películas.
Hoy es una noche
especial, hemos cenado comida china y vimos Pocahontas, su favorita. Es
especial porque en agradecimiento a mi paciencia y conformarme con cosas de
niños, no sólo las películas sino también los fajecitos tiernos, los orales
mutuos y el despertar abrazados y desnudos cada dos domingos, está noche quiere
cambiar de estado: quiere dejar de ser virgen. Eso tiene remedio, bueno, yo
traigo el remedio entre mis piernas así que realmente espero que esta noche sea
especial.
Los créditos se
escurren en la pantalla y me terminan de adormilar, la levantada temprano para
ir a nadar ayuda a que abrace a Morfeo. También. Ambos estamos desnudos,
estamos sobre un costado viendo la tele, él me da la espalda y se repega a mí.
Su suave piel contrasta contra mi abdomen velludo, su tersas nalgas se han repegado
a mi verga dormida. Le respiro en la nuca y parece gozarlo, lo confirmo tocando
su semiendurecido palo. Lenta, muy lentamente mi pene empieza a crecer, lo
disfrutamos, se endurece entre sus nalgas, se abre camino separándolas, cada
vez estamos más duros, sin movernos, sin hablar, sólo abrazándolo por la
espalda. La tele ha enmudecido pero nos ilumina lo suficiente para ver su cara
sonriente, un empujoncito de su trasero termina de acomodar mi verga, ahora
caliente y totalmente endurecida, en la entrada de su culito virgen. Empujo y
gime mientras con su mano aprieta mi muslo pidiéndome que me detenga. Muy quedo
me dice que tiene miedo de que le duela. No respondo lo que siempre le he
asegurado, que conmigo no le va a doler, sólo le beso la nuca.
Un
dilatado faje con mi verga entre sus nalgas, mis manos recorriendo su plano
abdomen, jugando con sus bolitas de carne, su falo al cien, su ombligo lampiño,
oliendo su cabellera, enredando nuestras piernas y empujado cada vez más duro
mi carne contra la suya. Las respiraciones y temperaturas aumentan. Estoy bien
caliente, juro que me bastaría con fajármelo así hasta venirme pero creo que la
promesa de profanarlo me tiene ardiendo. Sólo presiono mi pene contra su culo
pero no la situación. Lo disfruta, gime y levantando sus brazos me acaricia mi
corta cabellera, la barba de días, mi cadera sin lonjas. Repentinamente se
gira, se sube sobre mí y sus largos cabellos casi caen en mi frente, mirándome
a los ojos mientras roza su pene con el mío me dice “quiero que me cojas, tú
sabes cómo”. Siente inmediatamente la firmeza que crece, más, en mi
entrepierna. Sonrío.
¿Cómo estrenas a alguien
que te pone tan caliente? Esta vez, sin que el caso siente precedentes, he
decidido que de la manera más tierna posible. Le pido que se relaje y no tenga
miedo, en los intentos anteriores se ha puesto tan nervioso y tenso que al primer
empujón de mi fierro con su ano se retira y me dice que le duele. De mí depende
que todo sea diferente. Y placentero. Le pido que se acueste en el sofá cama
con las piernas en el suelo. Le doy un oral largo, tendido, ensalivado y
cachondo. Su falito erecto no descansa un solo momento. Lo gozamos. Lentamente,
mientras le chupo las bolas succionándolas con ternura, le empiezo a levantar
las piernas, su tesoro queda a mi vista y alcance, mi lengua baja despacio y en
intentonas tiernas de su escroto a su ano. Sus muslos se tensan al sentir que
mi lengua amenaza con profanarlo, lo acaricio y le doy tiempo de acostumbrarse
a esta nueva sensación. Es la primea vez que le chupo el culo y aprende rápido
a disfrutarlo. El beso negro tiene su ciencia para que tenga su encanto. Hay personas
que me han dicho que no les gusta a lo que respondo que conmigo no lo han
probado. Finalmente, después de probarlo, cambian de opinión y deciden que si
les gusta. Con París me esmero y me tomo mi tiempo en lubricar, cachondear y dilatar
ese capullito con mi lengua habilidosa. Gime, me acaricia la cabeza, me guía,
pide más y finalmente me ruega “penétrame”.
Esa frase viniendo
de alguien casto es toda una epifanía, la entrada al cielo, el pasaporte a la
felicidad. Esta vez no hay condón porque el certificado por escrito y el
respectivo período de abstinencia le han ganado su confianza. Él ha
correspondido, un poco innecesariamente, con la misma prueba de amor. El
lubricante es abundante. En mí, en él.
Mi pene es un poco…
cabezón, digamos. Tiene miedo que lo vaya a lastimar pero creo que no sabe que
ya está listo. Lo veo y en verdad me pregunto cómo va a entrar esto en ese esfínter
tierno y virgen. Me coloco, sus piernas al aire, su culo al borde del sofá, yo
hincado y a punto de entrar. Su ano caliente me recibe, se tensa un poco pero le
doy tiempo a que se relaje, le sobo el abdomen. Lentamente, muy gentilmente,
empiezo a empujar mi cadera hacia delante, sus manos aprietan mis antebrazos,
son mi guía para conocer su sentir. Las afloja un poco y empujo otro tanto, sus
dientes muerden su labio inferior, está con los ojos cerrados, mi glande está
en París. Su brazo me rodea la nuca y me jala a su boca. Me pide sin palabras
un beso. Se lo doy y sigo empujando con ternura hacia su interior, lento,
suave, firme. Cada centímetro de mi erección recorre las paredes de su ano.
Estoy totalmente adentro. Le pregunto quedito que si le dolió, sonríe y me dice
al oído “Un poquito al inicio. Ya no” su aliento caliente me endurece más. Hago lo que sé hacer: entrar y salir.
Sólo unas cuantas veces hacen que París explote. Su leche baña dorso, tetillas,
cuello, barbilla. Le lamo esa última gotita y con la punta de mi lengua se la
deposito en su boca, un beso sella el acto. Le pregunto que si quiere que pare
y me pide que termine. Sigo suave, acompasado, duro, profundo. No lo alargo demasiado
ya que a algunas personas la eyaculación les apaga la pasión. Me mira a los ojos
y sabe que lo estoy gozando, su erección jamás se fue, le aviso que me voy a
venir y me pide que termine dentro, siente mis chorros de leche caliente en su
ano y nuevamente su verga deja saltar su crema; sus mejillas enrojecidas, su
beso colgado de mi cuello, sus espasmos anales me dicen que lo ha disfrutado
tanto como yo.
Al amanecer camino
a casa me dice “si hubiera sabido que se siente tan bien no habría esperado
tanto”. De ahí en adelante Disney dejó de ser el preámbulo de nuestros fajes.
Se quedaba en su cajita mientras ni nos acordábamos de él por llegar directo a
coger antes de cenar. Y después también.
No, no se llama
París le puse así porque ahora desde la ciudad Luz nos damos calor como lo
hicimos las primeras veces: Sólo con webcam.
Espero que algún
día regrese aunque tengamos que ver Cars
2. O 3.
26/Ene/12
De primera mano.
La mejor manera de
poseer a alguien es dejándolo libre
porque si está contigo libremente, lo posees.
Algunos reencuentros son tan
calientes como inesperados y todo por abrir alguna cuenta de Messenger
olvidada. Aprendiz, sí, el mismo de Curva de aprendizaje me saluda y me reclama
por no abrir mi cuenta más seguido. Chiquito, yo quiero abrirte a ti más
seguido.
Es tarde, vive lejos y está en
un cibercafé de esos que no cierran, su amigo lo dejó plantado para irse a
putear en trío y ahora ya no sabe cómo regresar a su casa, en estas fiestas
navideñas me pide posada. Pues véngase a mi cama le digo y acepta.
Voy por él, sigue tan lindo
como lo recuerdo, pelo lacio, alto, delgadito y cachondo como él solo. Se le
frustró un trío y se quedó con el culo caliente. Me pide trío a mí y en
realidad traigo más flojera que calentura, sé que es difícil de creer pero no
sólo de culo vive el hombre también de alguna tierna plática, de admirar su
belleza o escuchar sus aventuras. Le advierto que en casa hay visita y eso le
alborota, más, la hormona ¿trío? Insiste. Lo dudo, la visita acaba de cenar le
digo sin que me comprenda, se lo acaban de coger, traduzco. Se agüita.
Estamos en mi cama, vestidos,
platicando y poniéndonos al corriente de nuestras correrías individuales, sé
que no ha cenado y le ofrezco un Milky Way
del bolo que me dieron en navidad por la acostada del niño. Hoy también habrá
acostada de niño y le doy a probar la barra de chocolate en la boca. Abre
lentamente y la empujo suave en su interior, la rodea con sus labios finos,
entrecierra los ojos y mi falo se ensancha, empieza a chupar el trozo de
chocolate que simula tener venas, se saborea y dice: casi tan deliciosos
como... baja la voz, la mano y me agarra el paquete. Muerde, se deleita, gime.
El juego es cachondo y veo que a él también le ha hecho efecto. Entra y sale
bañado de saliva, el dulcito que viene dentro empieza a escurrir por su
comisura, le planto un beso y me sabe a miel. Faje con ternura, sin prisas, con
hambre, sin playeras, con dientes y lenguas, sin frío.
El timbre de su celular nos
pesca con el último trozo de chocolate entre los labios. Mensaje y textea. No
veas me pide. Me da flojera espiar pero solito me dice de qué se trata. Es un
tipo que trabajaba de encargado en el ciber de cabinas, cuando él iba el tipo
lo seguía y le daba chocolate. O el receptor de mensaje lo confunde o de plano
no quiere recordar buenos tiempos, después de varios mensajes el celular se
calla. Aprendiz me pide el baño y yo me deshago de mi pantalón quedándome sólo
en boxer apretaditos. Regresa y le advierto que si se va a acostar con la ropa
puesta amanecerá con todo arrugado. Le sugiero que se desnude y acepta gustoso
quedando sólo en unos coquetos boxers ajustados, nos metemos entre las sábanas y
la situación queda laxa. Platicamos, me interesa mucho lo que le agrada, sus
estudios, sus amores, la cita con su amor platónico mañana, la prueba superada
de su ex. Pregunto por sus escritos y me dice que no ha trabajado en ellos, le
recomiendo que no sea flojo y se ponga a escribir como yo, relatos eróticos. Se
ríe y confiesa que nunca ha entrado a mi blog, me pide que le muestre alguno y
claro que le muestro todos impresos. Le pregunto si quiere leer y accede. Se
pone de lado dándome la espalda y el culito, lo abrazo y por sobre su hombro le
respiro en la oreja y mi mano descansa justo sobre su pubis. Empieza la lectura
de Música Pop.
Aunque poca gente comenta en
este blog muchos lectores me siguen en twitter o me tienen en sus Messenger, me
han comentado cuanto los erecta leer las historias de este espacio, algunos me
dicen que acompañan la lectura con saludables movimientos de muñeca hasta
alcanzar el orgasmo. Varias veces. Por supuesto que es un placer saber que
estas letras provocan esas reacciones pero… comprobarlo de primera mano como
esa noche no tiene punto de comparación.
El paso de una hoja a otra aumenta la temperatura del relato,
alguna risa o comentario como “escribes tan sucio pero a la vez tan
excitante... tan puerco” me inflan el ego y otras cosas. Mi mano sigue en el
borde de su boxer, la lectura provoca su erección y la puntita de su falo
empieza a rozar mi palma, no estoy seguro que sea lo que pienso que es así que
me cercioro y bajo la mano. Oh, sí, es una tremenda erección provocada por la
lectura. Que pena, dice mientras sigue leyendo. Mi pene termina de erectarse y
de acomodarse entre sus nalgas. Estamos duros y calientes. Sigue leyendo
mientras se repega en mi erección.
¡Ah! No mames, que cachondo relato,
dice mientras deja caer las hojas de su lado de la cama, se voltea para verme
de frente, repegar su erección contra la mía y pedirme más detalles de esa
historia. Le garantizo que cada evento relatado fue así como está descrito,
mete la mano bajo las sábanas y toma ambas vergas, bueno que importa que no
haya trío, quiero coger contigo dice mientras acerca su cara a mi pecho, me
pregunta que dónde se los eché, que si tenían bocas calientes como la suya
mientras me saca el boxer y se mete mi verga erecta como si fuera el Milky Way
de hace rato, con hambre, lento, cachondo. Empezamos a fajar, abrazos, besos,
mamadas, mordidas, pezones, ombligos, pelitos, precum, suspiros, tu amigo,
gime, no viene, cógeme, va.
Lo pongo de perrito y le beso
el culo, se deleita viéndose en el espejo, me excito viéndolo dispuesto. Me
pongo el condón y lo clavo lento, siente como se desliza el glande entre las
pliegues de su ano, grita quedito y me pide que lento, me detengo con sólo mi
cabeza dentro, respira e indica que puedo proseguir, mis centímetros empiezan a
horadar su interior, está caliente y aprieta rico, el camino al interior lo
recorro con milimétrico avance, el llegar al fondo me lleva una eternidad en la
que los dos, lo sé, lo gozamos arañando el cielo. Me ha recibido y empiezo la
labor darle placer, entro, salgo reiteradamente. Tomarlo de la delicada cintura
a la vez que me deleito viendo mi carne entrar y salir de él me pone a cien.
Feliz.
Un cambio de pose me lo deja
con los pies al aire, voy a entrar y entro. Lo goza al mismo tiempo que lo sufre,
creo que pone cara de dolor y eso me hace darle más duro, me pide que pare, que
me salga despacio, obedezco porque no me gusta lastimar innecesariamente.
Espera, dice mientras va al baño. Lo espero desnudo y erecto. Regresa y me
confiesa al oído montándose en mí que en el ciber alguien se lo cogió muy duro
y lo lastimó. Siento bien rico cuando me la metes y más cuando llegas al fondo
pero cuando la mueves hacia afuera me duele, ¿te parece si le seguimos en la
mañana?
Sí, le seguimos en la mañana.
Feliz, muy feliz año
nuevo
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